понедельник, 16 января 2012 г.

EL CAPÍTULO 66.


Antonella fue en la mañana de Buenos Aires. Bruma ligera cubierta de la ciudad se despierta. Los peatones raros que tienen prisa al servicio en la hora tan temprana, se encontraban a ella en la vía; los comerciantes abrieron sus puestos y tiendas, expuso los productos, ofreciendo una muestra de que el comprador de una variedad de productos alimenticios y la industria ligera. Antonella fue. No, ella no lloró. Lágrimas por alguna razón no lo era. Había miedo y el dolor, el alma encadenada. Se sentía un delincuente. Esa noche, ella cometió el pecado imperdonable, lo que permite a sí mismo para estar cerca del hombre amado. Los recuerdos llamaban los espasmos dulces, de que se hacía aún peor. Miró a su alrededor, tratando de averiguar cuál es cuál. Mirando a su alrededor, Antonella giró y se dirigió en la dirección opuesta al centro de negocios, junto a la que en vísperas de salir de su coche.
- Oh, Plym-Plym, es el momento de recoger el cerebro y comenzar a pensar - murmuró, sentado en el coche y preparando el escenario para el motor.
Cuando llegó a su casa, Antonella se elevó en el piso y traté de ir lo más silenciosamente posible, para no despertar al hijo dormido. Ella se dirigió a la cocina, se sirvió café en un turco, y les prendieron fuego.
- ¿Dónde estabas? - Rang fuertemente cuestión.
Tomados por sorpresa, la mujer se estremeció, sintiendo todo el interior se congeló. Al reunir a sus sentidos, se volvió a sonreír e inocente voz, dijo:
- Buenos días, Nico!
- ¿Dónde estabas? - Es evidente que reiteró hijo.
- ¿Dónde estaba yo? - Antonella repetidas.
- Sí, ¿dónde estabas esta noche?
- En casa, por supuesto - no la vergüenza, dijo la mujer. - ¿Dónde puedo ser?
- Bastará mentir! - Nico se rompió. - No he dormido toda la noche. Y que no estaban en su cama.
- Nico, soy una mujer adulta... - el comienzo de lo justificaba.
- Sí, eres una mujeradulta, pero eso no quiere decir que debe ser una puta.
Antonella ha dejado de agitar el café y miró a su hijo gafas.
- ¿Qué has dicho?
- Sí, sí, una puta. ¿Y qué más para llamar a una mujer que no pasan la noche en casa? Llamé a todos los que conocía, pero que estaban a la - ya sea en el hospital o en una fiesta. Entonces llamé a Martin, pero con él no estaba allí. ¿Dónde estabas? ¿Con quién? - Nico hizo una pausa y añadió: - Con él?
Antonella en silencio. No sabía qué decirle a su hijo. Si se admite que será el final de su relación ya complicada.
- No, - dijo al fin. - Paseaba.
- Toda la noche? - Le preguntó con incredulidad.
- Sí, toda la noche. ¿Crees que es fácil cuando el tiro de su hijo y su vida pende de un hilo? Por la tarde visité Lu, y yo sólo quería estar solo y pensar en la vida. O tengo y no tiene el derecho?
- Tienes. Pero ¿por qué no contestas el teléfono?
- No quiero hablar con nadie.
- Incluso me?
- Incluso con te. Estoy muy cansada últimamente. Han ocurrido demasiadas cosas. Y vamos a dejar esta conversación - Antonella le preguntó. - Yo bebo café, entonces voy a ir a tomar una ducha y luego ir al hospital.
- Puedes responder a la llamada - no dan tregua Nico.
- Perdona, - se terminó el café, poner una taza en el fregadero y caminó hacia el baño.
Nico miró a la pista dejando a la madre. Que no creía que sus cuentas. Estaba seguro de que la última noche que pasó con su peor enemigo - su padre - Nicolás Cornejo Mejía.
- Yo voy a dejar en agua potable - con la ira-susurró.

Nicolas le puso la mano en una hoja y me desperté. No había nadie cerca. Se sentó en la cama y miró. Antonella y sus cosas no fue, también. "Ha ido" - ha pensado él. No sabía, feliz o triste. Lo que ocurrió en la noche, fue un dulce sueño, un sueño hecho realidad, que ha alimentado durante meses, desde que se reunieron de nuevo a Antonella. Ella era el amor de su vida. Y esa noche ella estaba allí, hicieron el amor, entregándose a los demás con la pasión por lo que podrían ser capaces de hacer. Todo estaba saturado de emociones. Pero llegó la mañana, y se había ido. Al igual que hace 10 años, le ha dejado, corriendo todo lo que estaba entre ellos. Nicolas tomó el pelo.
- ¿Qué clase de idiota soy! - Él estalló. - ¿Cómo podría volver a caer en la trampa? Pero no, Antonella, más no voy a dejar que se ríen de mí.
Saltó de la cama y se dirigió a la ducha.

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