вторник, 28 августа 2012 г.

EL CAPÍTULO 84.

Paula entró en la oficina sin llamar.
- ¿Qué diablos haces aquí todavía? - En seguida ha atacado a Nicolas.
El hombre levantó la vista del papel y miró a la mujer.
- Estoy contento verte tambien, Paula, - murmuró. - ¿Y dónde, interesante, ¿yo debo estar?
- En España! - Ella dejó escapar.
- ¿Sí? - Sorprendido Nicolas. - ¿Por qué no en Grecia o en Madagascar? Tal vez tengo que dar una conferencia en la Antártida para los pingüinos?
- Deja las agudezas estúpidas! Tienes un poco tiempo. ¡Prepárate! - pidió Paula.
- Yo no voy a preparase a ninguna parte hasta ahora, mientras que no explicarme que pasó.
La mujer se sentó.
- Antonella salió para España, y se supone que debes ir tras ella.
- ¿Por qué iba a hacerlo? - Le preguntó. - Hemos aclarado a todo con Antonella.
- ¿Estás seguro?
- Más de que.
- Vuelvo a cerciorarse que Antonella tiene razon. Eres el ganso incorregible! ¿No te das cuenta de que puedes perderla?
- A mi no me acostumbrar. Ya lo he perdido una vez, y, como ves, estoy vivo. Me voy a casar con Mary-Inés y hacer una carrera en la política. La perspectiva maravillosa, ¿no?
- Excelente! Bueno, lo intenté, - Paula se levantó. Cerca de la puerta de la oficina se volvió y dijo: - Si un dia vomitarte de sus perspectivas maravillosas, recuerde que pudiste tener, pero él se negó por la terquedad y estupidez impenetrable.
La puerta se cerró, y Nicolas ha quedado solo.

EL CAPÍTULO 83.

- Bueno, ¿qué? - Preguntó Ignacio Dalgo cuando Mary-Inés fue a su oficina. Él no se ofreció a sentarse, lo cual, sin embargo, no le molesta. Se sentó en la silla que estaba cerca de la mesa y ha cruzado las piernas.
- Todo va genial, papá!
Él la miró con incredulidad.
- ¿Estás seguro?
- Claro que sí! - Ella dijo. - Como puedes ver, mi vientre crece, Antonella mantenerse a una distancia, Nicolas vive conmigo y todavía no se va a ninguna parte.
- Sí, pero él quiere casarse!
- Se va a casar, papá, no te preocupes. Hay muy pocas veces. Cuando daré a luz al nuestro hijo, él no se atreverá a negarme.
- Darás a luz? - Dalgo sorprendida.
Ella se echó a reír.
- Bueno, por supuesto! Ahora tengo casi un embarazo de cinco meses.
- Pero ...
- Sí, lo hice, padre, - Mary-Ines seria mirada Ignacio. - He encontrado a una mujer que da a luz al niño. Ahora está en un lugar seguro bajo fuerte custodia. Todo siempre y no lo necesita.
- ¿Qué va a pasar cuando ella da a luz a un niño? - Pregunta Dalgo.
- Y entonces, querido papá, volverá de nuevo a donde vinió. Como sabemos, hay que deshacerse de cosas innecesarias.
El hombre pensó.
- Es incautamente, - por fin dijo. - Esta mujer es testigo y puede revelar tu secreto.
- Me ocupé de eso. En primer lugar, voy a pagar tanto como ella, y nunca soñé. En segundo lugar, si ella abre la boca, en la cárcel no me sento, y ella, junto con el Dr. Federico Cornejo Mejía. En mi caja fuerte son documentos que prueban que este doctor es la venta de los bebés nacidos de mujeres de barrios pobres - ella sonrió con picardía.
- ¿Qué hiciste cosas - Ignacio mano, sonriéndole. - Te quiero, hija. Eres un Dalgo verdadera! El mundo pertenece a nosotros y nosotros solamente.

EL CAPÍTULO 82.

Martin ha marcado el número una vez más.
- El abonado no es accesible, - han respondido en el tubo.
¿"Qué pasa?" - ha pensado él. Todavía ayer se veían con Antonella. Estaba tensa y extrañamente callada. Él trataba de aclarar que con ella, pero lo esquivaba sólo, declarando que con ella todo está en orden. Con todo hoy su número no respondía. Entonces él ha llamado a Paula y se ha puesto de acuerdo con ella en el encuentro.
Martin ha entrado en el restaurante «a Víctor» y miró a su alrededor. Paula no ha estado. Él ha ocupado la mesita libre, ha encargado el café y empezaba a esperar. Poco tiempo después había.
- ¡Hola! ¡Martin! – ha saludado Paula. ¿– Qué tal?
- ¡Hola! - ha respondido él, - todo está en orden. ¿Cómo estas?
- Es bueno también. Solamente las preocupaciones se ha añadido.
- ¿Que ha pasado? – Se ha interesado él.
Ella lo miró.
- ¿Que? ¿No sabes nada?
Él se ha puesto en guardia.
- ¿Que debo saber?
- Significa, Antonella no te ha dicho. Hace dos horas ha volado a Madrid. Acabamos de llegar del aeropuerto Ezeiza.
Martin ha estado triste.
- Ahora me está claro, por qué ayer era en tal humor. Podría y decir.
- Puede ser, no ha querido responder simplemente a tus preguntas. Ya que preguntarías obligatoriamente por las causas.
- ¡Claro! A todo siempre hay una causa. Y ahora soy aún más preocupado, por qué no me ha dicho nada. Tales viajes no se deciden en un día.
Paula ha sonreído.
- Creo que todo ha pasado en un día.
- ¿Que pensarme por ahora? – Martin ha mirado la interlocutora. – ¿Que debo hacer?
- ¿Quieres a Antonella?
- Fabulosamente, - sin pensar, ha respondido él. – pero si me quiere, querría saber.
- Ahora ella tiene el período muy difícil, - Paula ha tomado al hombre por la mano. – Antonella ha volado no simplemente así. Tiene que comprender sus sentimientos. Y si la quieres, no la debe dejar. Llegarás a tiempo todavía al vuelo de tarde.
- ¿Crees que tengo que ir tras ella?
- Por supuesto. Luches por tu felicidad!
Martin miró a Pablo y exhaló ruidosamente.
Paula ha sonreído en la respuesta.

среда, 30 мая 2012 г.

EL CAPÍTULO 81.

Apretó en el mango - la puerta se abrió. En guardia, con cautela pisó el umbral. Escuchado - no hay sonido. Ella entró en el apartamento y cerró la puerta. Al verse en la oscuridad, se escuchó de nuevo. La casa estaba en silencio. Encendido de las luces, ella pasó la mano por la pared. Mientras ella no estaba aquí.
- Aquí está en su casa, Sylvia - susurró ella, mirando su reflejo en el espejo. Parecía una mujer completamente extraño, demacrado, con círculos oscuros bajo los ojos, el pelo revuelto y la ropa sucia. Quería ahora, de inmediato se quitara la ropa sucia. Empezó a sacar un frenesí de ella. El vestido, la ropa interior - todo voló en la basura. De pie en la ducha, Sylvia lloró, frotando su cuerpo con un cepillo duro, tratando de lavar todo lo que había sucedido a ella últimamente. Sí, lavar la suciedad del cuerpo puede, pero como lavar la suciedad del alma .....

Federico miró a la muchacha.
- ¿Estás seguro de que todo estará bien?
La niña asintió con la cabeza.
- Sí, doctor. Usted mismo ha dicho que con mi bebé está bien.
- En el orden - confirmado por Federico. - Pero te necesita la atención. En el barrio donde vives, no hay el buen cuidado. Bien lo sabes. Yo como médico y como hombre, no puedo dejar que te arruine a sí mismo ya su hijo.
Ella bajó los ojos.
- Tengo que irme, señor.
- ¿Por qué?
- Debo - repitió.
-Bueno, bueno - él estuvo de acuerdo. - A continuación, me da su dirección exacta. Te visitaré.
La chica negó con la cabeza.
- No, doctor. Yo mismo le llamo si necesito su ayuda. Me tengo que ir.
Se levantó de la cama y se dirigió hacia la salida. Miró por la ventana. "Es extraño todo" - Federico pensó, mirándolo desde un barrio pobre de la paciente se sienta en un jeep blindado.

El avión salió de la pista y comenzó a coger velocidad. De la dinámica la voz de la azafata llamó a los pasajeros para sujetar los cinturones de seguridad. Antonela atado y miró por la ventana. Ella estaba triste. Había en la parte inferior de su amado Buenos Aires, Aeropuerto de Ezeiza y las personas cerca de ella: Nico y Lu, Paula y Lautaro, Nicolás y Martín. "No, los ultimos deben ser eliminado de la lista," - pensó. Estos son dos temas que tenía que decidir en su viaje. "Es curioso, ¿no? Vuela a través de miles kilometros para ponerse al cabo con los hombres. Envejeces, la madre, envejeces". Se recostó en su sillón y cerró los ojos. Antes de un largo vuelo. Lidiar con sus sentimientos aún tiene tiempo, pero ahora sólo tiene que desconectar y tratar de dormir. Antonella hizo exactamente eso.

EL CAPÍTULO 80


La mujer abrió los ojos. Estaba tendida en la tierra. El vestido ondeaba al viento, dejando al descubierto sus piernas casi por completo. Se levantó y miró: se estira alrededor de un campo enorme, cubierto de hierba que crece aquí y allá un árbol solitario. No le recuerdo en el que pudiera ser. A lo lejos se oyó el sonido de las máquinas - al parecer, pasó la autopista sin peaje. Se fue por el camino equivocado.

- Dime, Buenos Aires está lejos? - Dijo la mujer, el conductor detuvo el camión.
- Sí, a cincuenta kilometros de ser, - dijo el conductor, mirándola de pies a cabeza.
- Me transportaré?? No tengo dinero solamente.
- Siéntase.
Ella rápidamente se subió al asiento y cerró la puerta. El coche siguió adelante.
En el camino a la ciudad se acordó de todo lo que pasó con ella últimamente. Aquí viene a casa del trabajo, va a su apartamento, la agarró, amordazado. Es conducido lejos, ella no sabía que con los ojos vendados. Mal aliento de alguien y cerrar las manos para subir debajo de la blusa. Rebota. Esto lleva a una habitación, sentado en una silla, las manos atadas, desató sus ojos. Ella está en un almacén, los términos de partes mentirosos, piezas de maquinaria. Dos personas que gritan a ella, tienes que llamar al lugar donde Pablo escondido. Ella dice que no sabe. Se volvió a preguntar, y luego le pegó una. Ella lloraba, estaba herido y asustado. Por otra parte, le vendaron los ojos. Una voz le ordenó, se apaga. Y entonces .... Es mejor no recordar lo que sucedió después. Sintió náuseas.
- ¿Está bien? - Compasivamente le pidió al conductor.
- Sí, - sonrió ligeramente.
Él lo plantó al lado del parque, "Pereyra Iraola". Después tiene que llegar más, sin dinero, a pie. Pero lo más importante, que ya está en la ciudad. Va a ir.

- ¡A ninguna parte no iré! – ha declarado Nico.
- ¿Pero por qué? – No comprendía Antonella. – hace tanto tiempo a ninguna parte no salíamos juntos.
- Las mamás, hace poco me reñías por lo que no visito la universidad. Y ahora quieres llevarme del país, y casi a finales del año escolar, ante los exámenes.
- Claro, eres derecho. El estudio ante todo, – ha consentido Antonella.
- ¿Que en general te venía a la cabeza ir a España?
Ha suspirado.
- Es tan necesario, hijo.
- Y bien, así va sola.
- Y, realmente, Antonella, - Paula ha hablado. Estaban en la sala del apartamento de Antonella. ¿– Para que a ti llevar a los niños a través del océano? Nico se preparará para los exámenes. Controlaré, no se preocupes. Y Lu vivirá perfectamente a nosotros. Ya ha recobrado la salud casi. ¿La verdad, chiquitina?
Lu ha comenzado a menear la cabeza en la respuesta.
- Y bien, sin embargo, las mamás, - ella se ha gazmiado, - no quiero ir también a España.
- Me cortáis simplemente sin cuchillo. Allí bajaré de la mente de la inquietud. Especialmente por ti, - Antonella ha mirado rigurosamente en el hijo.
- No se preocupes, todo será bueno, - Paula la ha asegurado. – Prometo que te llamaremos cada día, y al fin de cuentas nos mandarás al diablo que no te importunemos.
Antonellaа ha sonreído.
- Y bien, han persuadido, está bien. ¿Donde era allí mi maleta?

четверг, 29 марта 2012 г.

EL CAPÍTULO 79

Antonella entró en la oficina y se dirigió inmediatamente a la computadora. Ella estaba esperando un contrato de los clientes con sus términos de la transacción. Encontrar un contrato en el correo, inmediatamente ha empezado a leerlo. Los elementos agregados la han convenido. Apretó el botón del selector.
- Va a mí.
Un minuto más tarde llegó la secretaria en el despacho.
- Clara - Antonella ha pasado inmediatamente al caso - que el acuerdo entró de "Tornado". Te lo voy a transmitir por correo. Imprimi y me trae a firmar.
- Muy bien, señora.
Antonella se reclinó en su silla y suspiró facil.
- Hoy un día ha empezado bien. Espero que ninguno de los cretinos no vamos a echarlo a perder.
El secretario sonrió.
Ha tocado a la puerta. Las mujeres se convierten en el grifo. Nicolás estaba en la puerta. Antonella estara triste inmediatamente.
- Significa, estropearán sin embargo, - ha musitado. – Eres libre, Clara. ¿Que te necesita? – Ha preguntado Antonella, tan pronto como la secretaria ha salido.
- Sí aquí, ha pasado conocer, qué tal estás, - Nicolas se ha acercado a la mesa y, habiendo puesto las manos en los bolsillos, miraba de arriba abajo la ex esposa.
- Como puede ver, está bien. Y sería aún mejor si no te había visto.
- ¿Por qué esa actitud? - Nicolás, con los codos sobre el mostrador. Recuerdo que hace poco te retorcías en mis abrazos y ardía de mis besos. Y si no me equivoco, te gustaba.
- Te equivocas, - se ha fruncido.
- ¿Acaso? – Él ha dado una vuelta alrededor de la mesa y la ha agarrado por el codo. Antonella saltó bruscamente. Se miraron el uno al otro con enojo. Y luego, Nicolás besó. Ella ha sentido, cómo rudamente sus labios se clavan en su boca, y sus manos la abrazan.Ella trató de alejarlo, pero él la abrazó aún más. Finalmente, él se apartó.
- Bueno, ¿qué dices ahora? - Nicolás respiraba con dificultad.
- Diré que eres aborrecible. La boa y aquel besa más fuerte, - ha tratado de liberarse de nuevo. Afloja, me duele.
- ¿Estás herido? - Él lo negó - ¿Sabes cómo me duele cuando me desperté por la mañana, y tú no? - Nicolas se detuvo y soltó sus manos. - Como todo simplemente, Antonella, - dijo con amargura. - Has llegado, has recibido lo que querías y se has ido.
- No uso a las personas, como el papel higiénico, - ha respondido Antonella.
- ¿Mientras que los usas, Antonella? ¿Cómo me usabas?
- Eres un idioto! - sin haberse contenido, ha gritado. - ¿Qué tipo de pensamientos locos vienen a la mente? Si tus cerebros se han atascado, sácalos y da un limpión al cepillo como es debido.
- Siempre eras dicharachera, pero hoy este número no pasará.Voy a conseguir eso, a que vino.
Antonella se encogió.
- ¿De qué eres?
- Reconoces y sientes en ti mismo, ¿qué hace un uso persona y luego se desechan - y Nicolás nuevamente arremetió contra ella. Antonella luchado, pero él la tenía en mis brazos y la besó y la besó en todo lo que caía en sus manos: el cuello, mejillas, nariz, labios.
De repente, alguien le agarró fuertemente en el hombro.
- Bueno, la dejó ir!
Nicolas se detuvo. Después de despedir a Antonella, rápidamente se dio la vuelta y giró y golpeó en la mandíbula Martín. Entabló una lucha. Antonella se encogió contra la pared, mirando. Ella no trató de intervenir, pero temblaba a veces.
Los hombres lucharon desesperadamente. Se agarró los pechos de y la arrastró por la habitación. Nicolás trató de lanzar a un oponente, pero Martin fue más rápido. Se enmarca al carro, y Nicolás cayó con estrépito al suelo. Martin se sentó sobre ella svehu y se retorcía las manos. Nicolás se sacudió.
- ¡Suéltame!
Martín lo liberó y le tendió la mano para ayudar, pero Nicolás se levantó a sí mismo.
- Bueno, ¡por fin! - Con una exhalación fuerte, dijo Antonella. - Ahora, salir de aquí. Las dos cosas!
- Pero, mi amor ... - dijo Martin.
- Me dijo que tanto. De lo contrario, voy a llamar a la policía. Y entonces un senador y un arquitecto en jefe será unos días en la cárcel, un par de miles de dólares en multas y una excelente publicidad de sus actividades.
Los hombres hostiles se miraron entre sí, y luego a Antonelli.
- ¿Y bien? - Ella tomó el teléfono.
Nicholas se volvió y caminó hacia la puerta, le siguió fuera de la oficina, Martín.
Cuando la puerta se cerró, Antonella silencio se hundió en una silla y miró a su alrededor. Todo alrededor era un desastre. ¿Qué puedo decir, la mitad de la oficina fue demolida, simplemente.
- Los empollones! - Ella siseó. - ¿Cómo me molesta ! Clara! - Antonella pulsado el botón del selector, y llamó a su secretario, - envias la escobadera en mi despacho.

"No, ya no puede continuar", - pensó Antonella en el camino a casa. - "Algo hay que abordar. Pero, ¿qué ". Ella no lo sabía. Más bien, lo sabía, pero no entendía cómo todos realizar sin mucho daño a sí mismo. Nicolás se pondrá furioso al enterarse de que le robaron. Por supuesto, esta es la única manera de detener el chantaje de Mary-Ines - aquí Paula tiene toda la razón. Pero, ¿qué pasa con el resto? Honestamente, se casó con Martin no le quería. Y no porque su vida se ha vuelto a ciento ochenta grados, y por eso que ha comprendido de repente que no puede encontrar el lugar a el. "Estas cansada simplemente" - se consolaba. - "Te necesita descansar". Eso es correcto.Es necesario tomar a los niños y mover donde sea, a Europa, por ejemplo. Antonella hasta ha presentado, como con Lucrecia y Nicolas menor pasean por calles de Madrid o examinan los cuadros en el museo "Prado". Sí, exactamente. Y allí, en esta mesura, el silencio y la tranquilidad ella tendrá un tiempo de pensar y comprender con la vida. Probablemente, y el lugar para Martin se encontrará, y bajo que salsa el tributo a Nikolas la noticia sobre el robo, inventará. ¡Así, es decidido! ¡La familia Piovano va a España! Sobre la alma en seguida se hacía más fácil. Antonella hasta ha sonreído involuntariamente. Habiendo llegado hasta el cruce, ha doblado a la derecha y ha ido al hospital a la hija. Tal vez, es hora de darla de alta.

EL CAPÍTULO 78.


Nicolas miró las cuentas.Él lo veía de nuevo y de nuevo, contaba la cifra detrás de la cifra, pero no podía recibir de ningún modo el resultado final.Todo se estrechaba, y es más justo, no se estrechaba sobre la suma enorme, que al instante ha desaparecido de las cuentas de su corporación.Más precisamente, desapareció en pequeños trozos, poco a poco, y, finalmente, dio lugar a varios cientos de miles de dólares.
Nicolás ha componido un número de teléfono.
- Sí, - respondió el otro extremo.
- Oye, Tomás, por lo que yo te pago el salario? - Nicolás de inmediato subió el tono.
- No entiendo ...
- ¡Oh, no te entiendo? - Con indignación, Nicolás saltó de su silla. - Puedo pagar su sueldo para que todo el dinero que llega a las cuentas de la empresa se mantuvo en el mismo lugar, pero no desapareció misteriosamente. Tu escribiste un informe anual?
- Y, sí, - Tomas comenzó a tartamudear.
- Tu eres una persona con la enseñanza superior, así que ¿cómo no se observa que las cifras del informe no coinciden?
- Me di cuenta - para justificar a un hombre - pero pensé ...
- ¿Qué piensas? ¡Idioto!¿Sabes que haré? Colgaré esta suma a ti, y la me pagarás. Todo, hasta el centavo. El contable eres, y dinero ha perdido también eres. Así que, da, puedes comenzar poner la casa, el coche y que allí a ti es todavía de la propiedad.
Nicolas levantó. Estaba fuera de sí. Lo que una monton de idiotos trabajan en su empresa? Él estaba seguro que el contable aquí ni a que. ¡Pero dinero ha desaparecido! Y esto no le gustaba mucho.

Carlo Pequeño cuidado colgó. Sólo escuchando el diálogo lo echó en estado de shock. Parece que alguien está robando el dinero de su padre. Y esto se debe investigar.

пятница, 2 марта 2012 г.

EL CAPÍTULO 77.

Han salido en Avenida Asseso Oeste. Ellos tuvieron que viajar a sólo media hora para llegar a la mejor zoológico del mundo que hay a pocos kilómetros de Luján. La ciudad es reemplazado gradualmente por el paisaje rural. Viento entró por la ventana abierta, jugueteando con su cabello y silbaba en las orejas.Nico miraba en el camino, periódicamente dando una vista a aquella que estaba al lado. A veces sus ojos se encontraron y se sonrieron el uno al otro. Le tomó la mano en la suya y se la llevó a sus labios. De la piel olía a dulce, floral. Nico olió y le besó la palmade nuevo.
Después de pasar el puesto de control, y después de salir de la autopista, el joven apretó el acelerador hasta el piso, y el coche corrió sobre asfalto, impulsado por la música sonaba por los altavoces, lo que hizo el viaje aún más agradable.
Muy pronto, comparecía el puntero, y casi detrás de él, en el lado izquierdo de la carretera, brillando en el sol, llevaba un letrero luminoso, "Zoo de Luján". "Chevrolet" se convirtió del camino de entrada y se detuvo en un estacionamiento cerca de la entrada.
El celador les mostró la ruta principal por la cual debe moverse. Nico y Claudia se toman las manos y se fue a la ruta especificada. A diferencia de otros parques zoológicos, los animales están aquí para usted puede no sólo ver sino también tocar, y Nico con admiración no disimulada visto la alegría con la que Claudia se ahorcajado sobre un elefante o planchabo al tigre tumbado bajo el sol. Ella se divertía como un niño y no escondía a veces las emociones, chillando de los sentimientos, que la rellenaban.
Más tarde, el código se besaron en el coche, ella se apartó de repente y miró seriamente a Nico.
- ¿Qué es? - Le preguntó. - ¿Hay algo malo?
- No, está bien - ella negó con la cabeza. - Pero yo estoy preocupado por una sola persona.
- ¿Quién?
- Tu amigo Carlo.
Nico tensa.
- ¿Por qué?
- Pues, - Claudia ha comienzado - el es tan extraño en ultimp tiempo. El otro día me topé con él junto de la puerta del jefe. Me parece, él escuchaba.
- Creo que te equivocas - Nico le ha tratado de asegurar. - ¿A qué hacerlo esto?
- Tambien pienso,¿a qué?
- Tire a la basura de la cabeza - el joven ha atraído a la joven, - y mejor besarme.
Ella sonrió y levantó los labios para un beso.
 El jeep se ha parado cerca del edificio pequeño vetusto. La portezuela se ha abierto,y un pie en un zapato pequeño y elegante se ha puesto en el asfalto. Mary-Inés miró a su alrededor. Se le ha acercado la mujer modestamente vestida y sin decir una palabra, hizo una seña con la mano. Marie-Inés se fue tras la mujer.
Ante la entrada en el edificio se encontraba la placa «El hospital de la ciudad». Habiendo pasado por los pasillos oscuros, las mujeres se encontraban ante la puerta cerrada. Aquella que es mayor, la ha empujado, y las dos ellos se han encontrado en la cámara para los enfermos. En la cama cerca de la ventana bajo la manta delgada gris, habiendose encorvado el pelotón, estaba la muchacha.
- ¿Ella? – Ha preguntado Mary-Inés.
Mary-Inés se ha acercado al catre, y la mujer le ha dado la silla. Mary-Inés se ha sentado.
- ¿Cuál es su fecha límite? - Preguntó ella.
La niña en la cama, abrió los ojos y ha mirado por la mirada turbia.
- Casi cuatro meses - dijo.
- Muy bien. ¿Vas a dar a luz?
- El aborto hacer ya tarde. Pero mí no hay nada para darle de comer. No sé que a mí hacer, el señor, - a los ojos de la muchacha se han torcido las lágrimas.
- ¿Quien tu médico de cabecera? – Ha hecho de nuevo la pregunta Mary-Inés, sin dirigir la atención a los sollozos de la muchacha embarazada.
- Llega a veces el doctor Cornejo Mejia.
- ¿Cómo pasa el embarazo?
- El doctor habla que tendré un niño sano.El doctor Federico es hombre maravilloso, y el me prometió que ayudaría si voy a dejar al niño.
- Así, - el tono de tipo empresarial, dijo Marie-Inés - hoy llegarán las personas y te tomarán de aquí. Estás de ninguna manera va a necesitar. Se le proporcionará con todas las condiciones que te sienta cómodo. Pero con una condición. Antes de la entrega que no debe comunicarse con alguno de sus familiares y amigos. Va a estar completamente aislado.
- Pero, señora, yo no entiendo - a los ojos de las chicas llegó el miedo.
- Tu das a luz a su hijo. Das a luz para mí. Le voy a comprar.
- Pero el niño no es una cosa para comprarlo - respondió la muchacha.
- ¿Está de acuerdo o no? - La pregunta se escuchó. - ¿O voy a encontrar otra que sea más compatible.
La niña se ingiere. Las personas mayores ofrecen un asustados extraño ella, y al mismo tiempo, era una solución al problema.
- Estoy de acuerdo - casi en un susurro, dijo.
- ¡Excelente! - Marie-Inés se levantó. - Y recuerda que nadie debe saber nada. Y el médico también. ¿Entiendes?
La joven asintió con la cabeza frenéticamente, sin quitar los ojos de la mujer ajena.
"Todo lo que está pasando ya que es imposible, es mejor - pensé María Inés salió del hospital. - Este tonto dará a luz a un niño, y Nicolas estará en mis manos. Mientras tanto, la necesidad de preparar todo ". Y, sin embargo, ella tiene, y así todo estaba listo.

вторник, 14 февраля 2012 г.

EL CAPÍTULO 76.

Nico se quedó desconcertado. Él era todo ojos lo miró de pie delante de su padre. Las palabras atorado en la garganta, una bolsa de fruta cayó de su mano, golpeando el suelo con un golpe sordo.
- Nico - Nicolas extendió su mano. Él quería tocar a su hijo, para asegurarse de que no es una obsesión - como muchos eventos en un día. Pero el hombre de repente se alejó, se volvió y echó a correr. - Nico! - llama Nicolas de nuevo.
Nico no se volvió. Corrió precipitadamente, apenas esquivando sillas de ruedas y equipo médico. Y sólo se presentó a la vez, trató de recuperar el aliento. Corazón late con fuerza en mi pecho como un loco. Miró alrededor de la esquina - Nicolas no era visible. Se escondió, y después de algún tiempo volvió a mirar hacia fuera. Nadie. No, tal vez a la cámara no lo haría. No había ni siquiera para reunirse de nuevo con papá. Llamarse, fue al hospital a visitar a su hermana.
Nico se fue hasta el ascensor y pulsó el botón de llamada. Las puertas se abrieron casi al instante. Bajó y pensé que me siento ahora. En realidad, él no perdió nada. Basta pensar, frente a Nicolás en la casa de Lu. Bien puede ser explicado. Solamente gracias al padre la hermana es sana y salva, y él tiene pleno derecho a visitarla. Por supuesto, ahora es recordado por sus hijos. Y donde estaba antes? No, no hay perdón. Sólo venganza! Vamos a Nicolas consoló este encuentro fugaz. Esto no impide que Nico completó su plan.
Pero hoy en día que estaba esperando para otras cosas. Sacó su teléfono celular y marcó el número.
- Hola, mi amor, - le susurró en el teléfono cuando escuchó la voz de Claudia. - Espero que recuerde esta fecha?
- Por supuesto, querido, - dijo la muchacha.
Nico apagado. No, la vida es la cosa impredecible. Dejando el ascensor y llegar al estacionamiento, le arrancó el auto y se dirigió a la carretera. Hoy en día, se van con Claudia en el zoológico. Él sonrió. Como niños, te lo prometo. Pero ella pidió que Nico no podía rechazar. En el zoológico, por lo que el zoológico.

Nicolas miraba detrás del hijo que huía. Había sentimientos encontrados. Por un lado, la alegría de la amistad con su hija, por el otro - el dolor y la tristeza de la reunión con su hijo. Sí, es posible que Nico es enojado.Como si él quería explicarle que no es culpable. En la garganta запершило, a los ojos se han torcido las lágrimas."Tu eres un llorón", - se dijo a sí mismo. - "Antonella estaba en lo cierto, cuando te llama el ganso. El ganso que eres. El llorón y el ganso". Nicolas miró el pasillo. Bueno, ¿qué esperas? Se volvió en la dirección opuesta a aquella donde se encontró un hijo, y un paso lento entró en la cafetería.
En la cafetería del hospital fue ocupado unas pocas mesas. Nicolás se fue a Ana y Víctor.
- ¿Te importa si me uno a vosotros? - Le preguntó.
- ¡Por supuesto! - Exclamó Anna.
Nicolas empujó su silla y se dejó caer sobre él. Ha surgido el silencio. La pareja de edad avanzada miraba a el hombre, que estaba, habiendo abrazado la cabeza por las manos.
- Puede ser, el café, Nicolás? - Víctor preguntó con cautela.
- ¿Qué? - Nicolas alzado la cabeza, - Sí, no estaría nada mal. Voy a traer.
Se levantó y se acercó a la barra. El barman le sirvió un animado tres tazas de café y ayudó a llevar a la mesa.
Nicolas tomó un sorbo. Líquido caliente le quemó la garganta un poco. Ana y Víctor, también bebieron de sus tazas.
- ¿Qué debo hacer? - Por último, dijo Nicolas.
- Lucrecia es una chica maravillosa, - Anna comenzó. - Traben amistad obligatoriamente.
- Yo sería muy feliz. La hija es algo especial. Ahora ha comprendido, cómo eran injustas mis conocidas y los amigos, cuando hablaban que le necesaria al hombre solamente el hijo. Tengo dos hijos. Pero justamente ahora, allí, en la cámara, he comprendido que significa ser el padre, y que esta felicidad, cuando tienes una hija. Como ella mira, cómo habla, como se porta.Puedes enseñarla a mucho. ¡Ya que ella, como una pequeña princesa … Mi princesa!... ¿Que has hecho, Antonella? – Él ha dicho la última frase, como si en la vacuidad.
Anna tomó de la mano. Él la miró con ojos tristes.
- Perdónala. No sé exactamente lo que sucedió en su vida. Cada uno de ustedes tiene una historia.
- Yo no culpable, - Nicolas negó con la cabeza.
- Ahora no importa. Pasaron muchos años. Creo que sólo hay que hablar y tratar de perdonarnos unos a otros.
- ¿Piensa usted que no hablábamos? Ella estaba segura de que yo soy un traidor. Ocultó el nacimiento de mi hija, mi hijo ha indispuesto a mí, se reúne en matrimonio por Martin Suarez.Y todo al mismo tiempo, dice que me ama. Lo que es un truco sucio de su parte como para burlarse de mí!
- No seas egoísta, Nicolas - se unieron a la conversación de Victor. - Antonella sufre.
- Es interesante saber qué? - Nicolas empezó a enojarse. - Ahora estoy frente a Nico, así que huyó de mí como de un leproso.
- Nico es difícil chico - dijo la señora - Pero el es muy bueno. Dale tiempo.
- ¿Y quien me dará este tiempo? Me he cansado batirse sobre la pared, demostrando la razón y la inocencia. ¿Es realmente tan difícil decir algo?
- No apareces en su vida para muchos años. ¿Qué quieres de él ahora?
- Me encantaría aparecer, si Antonella no se me privó de ese derecho.
- ¿Por qué no contarás de este a Nico? - Dijo Víctor.
Nicolás suspiró.
- Porque no me da esta oportunidad.
- ¿Qué Mary-Ines? - Pregunta de Ana.
- ¿Qué le pasa a Mary-Inés? - Nicolas miró a doña.
- María es mi sobrina. Y ella está esperando bebé. Ella le ama y confía en ti.
- No niego de el niño. Se contará con todo lo necesario. Sin embargo, para casarse con Mary-Inés no es mi intención.
- ¿Con quien entonces tienes intención de casarte?
- Ahora no lo sé - murmuró Nicolás.

EL CAPÍTULO 75.

- ¿Quién es Usted? - la chica pregunté de nuevo.
- He venido a visitar a ti, - dijo Nicolas lo primero que me vino a la mente.
Ella se rió.
- Usted es tan gracioso y estúpido.
- ¿Por qué? - Se dio unos pasos vacilantes hacia adelante.
Él se movía como en el sueño. Todavía ayer él mismo no quería confesar a él que teme fabulosamente este encuentro, y hoy él cuesta en la cámara y habla con la hija. Todo le parecía increíble.Y ella lo miró con los ojos bien abiertos, no tuvo reparos.
- ¿Por qué soy gracioso y estúpido? - Nicolás repitió su pregunta.
- Me recuerdas a un burro que accidentalmente andaba en el jardín ajeno, - ha respondido animadamente Lu.
Nicolás no pudo evitar reírse. ¡Increíble! Antonella número dos! Solamente puede dar algo tal, de que a veces simplemente las orejas se marchitan.
- ¿Por qué se ríe?
- Tu me recuerdas a una persona - Nicolás respondió con una sonrisa.
- No habé respondido a mi pregunta. – Lu fue de repente serio. ¿– quien es Usted?
El hombre fue también serio. Esto era la pregunta más difícil, a que lo tenía que responder.
- Yo, - dijo y se detuvo.«¡Y bien, da, di!» - instigaba traidoramente la voz interna. Yo, - empezó de nuevo, y exhalando concluyó: - un donante!
- ¿Quién? - Lu sorprendido.
- Un donante, - repitió Nicolás. – te era necesaria la sangre, y a mí se encontraba justamente aquel grupo, que era necesario.
"Señor, que yo hablo?"
- ¿Significa, Usted es mi salvador?
- Bueno, se podría decir - sonrió débilmente. - Y me gustaría hacer amigos con ti, si no te importa.
La muchacha ha inclinado la cabeza y lo ha mirado, ligeramente habiendo entornado los ojos. La ha gustado este hombre extraño.
- Tal vez, con Usted tendré amistad, señor, - con dignidad ha pronunciado Lu y ha tendido la mano.
- Me habé hecho infinitamente feliz, señorita, - Nicolas ha apoyado el juego y ha besado galante una pequeña mano.
Han mirado uno contra otro y de repente al mismo tiempo se han echado a reír. Y todo era olvidado: el dolor, y la duda, y el miedo. En un instante Nicolas ha sentido la proximidad increíble y el amor enorme a la muchacha, la hija llamada en honor a su abuela Lucrecia. Él le dio regalos, que aún tenía en sus manos.
- Esto es para ti - dijo.
Ella tomó el juguete y una bolsa de naranjas.
- Este es el oso más hermoso, a quien nunca le dio, - dijo - Gracias.
Nicolas miró, y él quería detener el tiempo. Se inclinó hacia su hija y le susurró:
- Eres la chica más guapa del mundo. Y me gustaría que nuestra amistad con que era nuestro gran secreto.
- ¿Por qué? - Ella lo miró sin comprender.
- Ya ves, hay personas que están en contra de nuestro conocimiento. Ellos no tienen que saber que nos hicimos amigos.
- Es gente mala?
- No, son buenos. Sin embargo, aunque no es necesario que les diga.
- Es decir, será una sorpresa para ellos?
- Esto será una gran sorpresa para ellos - Nicolas sonrió y levantó el dedo a los labios. - Pero tengo que ir. Yo os visitaré mañana.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo - le besó la mejilla.
Él no quería irse, pero él sentía que tenía que hacerlo. Él sonrió de nuevo a la chica y se dirigió a la puerta. En la puerta se volvió y envió un beso a Lu. Ella saludó con la mano. Nicolás abrió la puerta y se quedó inmóvil.
- Nico?

EL CAPÍTULO 74.


- Buenos días, doña Ana, - saludó Nicolas. Se detuvo en la puerta y, sin dejar de mirar a la chica sentada en la cama, a su hija.
- B-buenos días, Nicolás, - dijo Ana, tartamudeando. Lo que está sucediendo parecía imposible. Sólo que habló con Lu acerca de su padre y luego, como si por arte de magia, este es el padre apareció en la puerta. Doña no sabía qué hacer, vaya y llame a Antonella, o quedarse y ver qué pasa. Se puso de pie y, poniendo un pie delante, con la boca abierta y los ojos desorbitados, como una estatua congelada.
- Y aquí estoy! Y lo que me trajo - en la casa casi volando (no se olvide de la edad) Víctor y luego chocó con el pie en la puerta de Nicolas. - Mi princesa - una voz apenas audible, concluyó.
- Buenos días, Víctor, - saludó Nicolas.
- Sí, sí, sí - charlatanea señor Aliaga - Buenos días, Nicolás! - Y le tendió la mano en señal de saludo.
Nicolás le estrechó la mano y miró de nuevo a su hija. Él se sentía ahora tonto. No, no simplemente el tonto, y el carnero, que ha clavado los ojos a la nueva puerta. La puerta era realmente nueva. Claro, no es bueno tan llamar a la hija, pero él no podía recoger otra definición.Tenía en una mano y un oso de peluche en el otro - un paquete de naranjas. Y no sabía que hacer.
- ¿Quién es Usted? - Dijo Lu.
Nicolas se ingiere. Una pregunta tan sencilla, pero tan difícil de responder.
- Yo .. - empezó a decir.
- Señor Aliaga - doña Ana lo interrumpió - y no tomamos una taza de café, no?
- Sí, sí, sí - una vez más charlatanea Victor. - ¿Está loca? - Exclamó, cuando Anna, tomando su mano, sólo empujó fuera de la cámara. - Los déjar juntos! Él ... Y Antonella ... Si ella se entera?
- Ella no sabe - doña aseguró. - Es hora de conocer a una niña con su padre.

EL CAPÍTULO 73.


Ana entró cautelosamente en la habitación. Lu se sentó en la cama y leer un libro. Lu generalmente diferentes de los niños de hoy que le encantaba leer. Lo más la gustaban las historias de la fantasía. Aquí y ahora era absorbida por un de los libros de Harry Potter, por eso no oía que en la cámara alguien ha entrado, y ha mirado solamente entonces, cuando la han llamado:
- ¡Hola, chiquita!
Lu levantó la vista del libro.
- Doña Ana! - ha exclamado.
- Veo que has recuperado totalmente - Ana sonrió y le acarició el cabello de la niña.
- Sí, me siento muy bien, pero el médico todavía no me deja ir a casa - con resentimiento, dijo Lu.
- No se preocupes, - ha asegurado doña , - él obligatoriamente lo hará, tan pronto como estará seguro que contigo todo está en orden. ¿Que lees?
- "Harry Potter y el cáliz de fuego".
- Y, por supuesto, Harry es tu personaje favorito?
- ¡Sí! Es tan fuerte y valiente, sin miedo, - dijo la muchacha y de una pequeña pausa, añadió: - Como mi papá ...
Ana se ha estremecido.
- ¿Por qué piensas así? – Ha preguntado.
- No sé, - ha suspirado Lu. – me parece que él debe ser tal. Y un día nos encontraremos. Sí, doña, sé que mi padre murió.
Esta confesión inesperada de la muchacha ha asombrado a Ana. Por alguna razón, ella decidió que Lu olvidado todo lo que oyó por casualidad una conversación entre su madre y su hermano, que una vez le dijo el señor Aliaga, fue sólo un episodio menor en la vida. Pero resultó equivocado. Ana quería responder, pero las palabras atascado en la garganta cuando se dio la vuelta al sonido de apertura de la puerta y vi a alguien que entró en la sala.

EL CAPÍTULO 72


Antonella se ha levantado al escalón y se ha parado cerca de la puerta de entrada. Habiendo cobrado ánimo, ha presionado el telefonazo. Habiendo retenido la respiración, esperaba, cuando se abrirá la puerta, pero esto no ha pasado. Ha esperado aún un poco más. De nada. «Probablemente no el destino», - ha pensado y ha dado vueltas casi, cuando en el castillo ha comenzado a rechinar la llave, y la puerta se ha abierto.
- ¡Dios mio! – ha resonado a ella en la espalda. – La reina ha condescendido hasta la madriguera de rata.
- ¡El diablo te tomaría, Paula! – ha exclamado Antonella. – he llegado a pedir perdón, a propósito, y no escuchar sus insultos.
- ¿Pedir perdón? – Se ha asombrado de Paula. ¿– de que tiempos de la reina piden perdón?
- ¿Me dejarás entrar o no? – Habiendo dejado pasar el sarcasmo delante de las orejas, ha preguntado Antonella.
Paula ha abierto la puerta más ampliamente, dejando la posibilidad a la amiga entrar:
- ¡Le pido, su Majestad!
- ¿A ti el café o el té? ¿O, puede ser, al veneno que podáis escupir por ello? – Ha preguntado Paula, cuando han entrado en la sala.
- Das me un par de dardos para que puedo poner en marcha por ellos a tú, si vas a no cesar. ¡Паула, bastará! A mí y es tan pesado.
- Pero fácil para mi, - ha respondido la mujer. – mi amiga se ha metido en un asunto sucio, que puede amenazarla con los disgustos …
- No presentas, por que, - ha musitado Antonella.
- ¿Hasta así?
- Sí.
Antonella se ha acercado a la amiga y la ha abrazado.
- Perdóname. soy idiota, la idiota estúpida. ¿Sí que allí, la idiota? ¡La cretina!
- Sabes, me gusta tu autocrítica, - Paula ha sonreído.
- Me he embrollado así, Paula. No sé que hacer. Me parece que he caído en las arenas movedizas: más trato de desenredarme, se atasco más fuerte.
Паула ha mirado la amiga. A los ojos de las dos había unas lágrimas.
- Ti mi única amiga próxima, Antonella. Mucho te quiero. Tu, Nico, Lucrecia y Lautaro soís mi familia. ¿De veras piensas que puedo causarte el daño?
- Ayudame, - ha pedido Antonella. - no escupiré por el veneno, prometo.
Se han sentado al sofá junto, y Antonella, habiendo suspirado, ha comenzado a contar:
- Aquella noche de mí ha no parado en casa …
- Me es sé. Hasta puedo suponer, precisamente donde has pasado la noche. Antonella ha suspirado de nuevo.
- Sí, era con Nicolas. Él ha salvado Lu, y mí …
- Y has decidido así agradecerlo, - ha acabado por ella Paula.
- Sí. Puedes condenarme …
- Yo no te culpo. Por otra parte, me alegro mucho por ti.
- ¿Qué? - Antonella sorprendido.
- Antonella - Paula llevó a su amigo por el brazo - ya puede ser suficiente para romper una comedia?
- ¿Qué?
- El hecho de que tu y Nicolas amarnos unos a otros. Lu y la salvación no tiene nada que ver con eso. Que han llegado a él porque lo quería.
- ¿Qué tonterías estás diciendo, Paula! - Antonella despedidos.
- No es estúpido. Tu mismo admitis que lo quiere. Nicolas te ama. Comprender que la vida te ha traído de nuevo juntos por una razón. Ella decidió darle otra oportunidad.
- No quiero que al azar - Antonella dijo, pero el amigo fue implacable:
- Te gustaría, Antonella. Sólo que no hayan logrado entenderla. Escucha a tu corazón. Nos dice que la respuesta correcta. Todo lo que hacen todos los acontecimientos que suceden en su vida, reunir a todos los más, que es su destino.
Antonella corrieron de sus ojos de lágrimas.
- Pero no puedo. ¿Y sabes por qué.
- Chantaje, querida amiga, sin embargo, nadie no la felicidad. Mary-Inés esta segura que te deja en las manos - que va a hacer una peor, luchando con sus sentimientos por Nicolas para proteger la vida de sus hijos. Sin embargo, sólo la verdad que la vida o Dios, o quien sea, mucho más inteligente, Mary-Ines. Él sabe lo que te necesitas. Te necesitas estar cerca de Nicolas. Este hombre es su suerte.
- ¿Qué puedo hacer?
- Dile todos a Nicolas.
- ¿Qué? - Antonella no creer lo que oía. - ¿En serio?
- Muy serio. Sólo para que lo pueda pisar la garganta de Mary-Ines.
- Y finalmente destruirlo todo. Como si tu no sabes que Nicolas.
- Yo sé por qué dicen que hay que lo dicen todo. Él de mal humor, llanto, llame a su última palabra. Pero tarde o temprano te perdonará. Después de todo, que te ama más que cualquier otra cosa.
Antonella comenzó a llorar aún más.
- Soy una tonta, Paula. Cuando la entrega de cerebros, que sólo obtuvo el cabello grueso.
Una amiga se rió y le acarició la cabeza de Antonella.
- Tu tienes un pelo hermoso - dijo. - Y con el cerebro que tiene todo en orden.
La mujer de repente dejó de llorar y miró a Pablo.
- ¿Y qué pasa Martin?
- Martin es una persona maravillosa. Él te ama y que sus hijos están bien con él. Él tiene un gran esposo.
- ¡Oh, Dios, Paula, ¿cómo puedo ser?
Antonella y sollozaba violentamente.

EL CAPÍTULO 71


- Carlo! - Exclamó Sylvia, cerrando la puerta de la oficina de Nicolás. - ¿Qué estás haciendo aquí?
Carlo sonrió débilmente.
- Fui a ver si hay algo para mí - dijo.
- Vamos a ver. Parece que algo - ella fue a la mesa del anotador y tomó una pila de sobres. - Aquí.
Carlo tomó el sobre y miró en la dirección. Como siempre, nada raro. Volvió a mirar a la chica.
- ¿Y dónde es Sylvia? - Le preguntó.
Claudia se encogió de hombros.
- Nadie lo sabe. Ayer se fue a trabajar, y hoy en día, también. Su teléfono está en silencio.
- Es extraño.
- Es muy extraño - estuvo de acuerdo. - Tal vez enfermo. Pero entonces, ¿por qué no responder?
- Yo podría ir a su casa. Sólo que ahora no sé la dirección.
- Su domicilio se encuentra en el departamento de personal. Voy a conseguir.
Carlo asintió con la cabeza. Esperó hasta que Claudia sale de la sala de espera. La ausencia de la secretaria no está particularmente preocupado por eso. Mucho más importante fue el que estaba detrás de la puerta de la oficina. Casi se acercó a ella cuando se abrió, y apareció en el borde de Nicholas. Carlo se quedó estupefacto. Resultados por un momento sus ojos se encontraron. Carlo sentía el sudor de las axilas, y absorbido por el estómago. Nicholas miró delante de él pelirrojo Correo, y en su mente había una idea extraña, como si viera algo que es dolorosamente familiar. "Lo que una ilusión?"
- ¿Y dónde está esa chica? -, Dijo Nicholas. - Claudia parece ser su nombre.
- Va a ser, mi señor presidente. - Carlo trató de calmar la excitación. No es todos los días que es tan fácil, que puede encontrar con su propio padre.
- Bueno, - Nicolás asintió con la cabeza. - Y usted, si no recuerdo mal, Carl?
- Sí, señor presidente. Yo trabajo para usted por correo. Solo fuimos a recoger el correo.
- Muy bien. Bueno, entonces, vamos - el hombre señaló a la puerta - hacer su trabajo.
- Sí, señor, - vaciló Carlo. Se tambaleó hasta la puerta, mirando a Nicholas.
Una vez en el pasillo, un joven se apoyó contra la pared y suspiró. ¿Cuánta energía se necesita para que algo se tenga en la mano. ¡Con qué placer sería que ahora regresó y golpeó en la cara de padre sin escrúpulos es. Y luego se dio a sí mismo. "No me gusta! Usted robó mis sueños, y ahora que usted ha escogido y su madre. Te odio, padre! "

понедельник, 16 января 2012 г.

EL CAPÍTULO 70.


- Sylvia, ven a mí! - ha resonado en el selector.
Nicolas estaba nervioso. Desde entonces, como Antonella se escapó por segunda vez, no era él mismo. Él estaba como alma en pena, tratando comprender las causas de su acto. Pero ni el lugar, ni las causas de encontrar así no podía. La noticia de que su hija lo sacudió. Y él hasta se esforzaba a visitarla en el hospital. Pero algo retenía de este paso. Que precisamente, él no podía comprender también. Le parecía que lo han engañado como el último idiota. Se han aprovechado y han echado al basurero. Se apoyó sus manos sobre la mesa. ¿Que a ello ahora hacer? ¿Cómo vivir con todo esto? Antonella lo quiere, pero se niega a ser obstinadamente con él. Hija sin duda sabe de su padre, pero no sabe quién es. ¿Y cómo él se dará, habiendo sido declarado a ella en el hospital?« ¡Hola, la hija, mí tu padre! Solamente hace una semana he conocido sobre tu existencia. Y solamente gracias a mí vives ahora y me miras con los ojos enormes. Porque, si no te disparaban, y no has perdido mucha sangre, tu mamá te habría dejado sin padre, porque tu padre – el canalla y el traidor ». Nicolas se sentía realmente el canalla. No, no por el traidor, pero el canalla - es definitivamente. ¿Que has hecho, Antonella? ¿Para que has aparecido de nuevo? En diez años él ha aprendido a vivir sin ella. Él ha hecho entrar todos los recuerdos lejos, en la profundidad de las alma, los ha cerrado a un millón de castillos. Y ella sólo tenía que aparecer como todas las cerraduras de una apertura instantánea y dejó escapar no sólo recuerdos, sino también un deseo de estar con el que nunca salió de su corazón con su Antonella. Con su Antonella querida, que le ha dado todo – el amor, la tranquilidad, el hijo, y ahora también la hija, que era, como él ha conseguido notar, mucho le es parecida. Y con todo lo que le dio el dolor. Dolor insoportable cuando la luz no es agradable y lo que desea es subir la pared, aunque esto es poco probable que ayudar. Y ninguna corporación, ningún parlamento, donde pasó la mayor parte del día, no podía sacarlo de su ensimismamiento. Estuvo a punto de no escuchar lo que dicen, y no participó en el debate. Simplemente, no le importaba. Él se ha cansado.
- Sylvia, bueno, ¿dónde estás?
- ¿Quiere algo Usted, señor?
Nicolás se volvió. En la puerta había una chica guapa rubia.
- ¿Quién eres tú? - Le preguntó.
- Mi nombre es Claudia, señor. Yo soy de el departamento de personal.
- ¿Y dónde es Sylvia?
- Ella no tiene en trabajo a dos días . Hasta ahora, en cambio, voy a ser su secretario.
¡Bien! Ahora el secretaria había ido a alguna parte.
- ¿Cuáles son sus órdenes? - la muchacha pregunta a otra vez.
Nicolas ha pensó. ¿Cuáles órdenes pueden ser? Él sólo quería pedir consejo, como lo había hecho siempre, en tiempos difíciles.
- No, - dijo. - Y sin embargo ... traigan el informe de contabilidad en última semana.
Todavía a el trabajo. Y la posibilidad aparte de los problemas personales. Y a partir de Antonella.
Claudia asintió con la cabeza y abrió la puerta, cara a cara con Carlo.

EL CAPÍTULO 69.


Los números poco a poco fluía de una cuenta a otra. En lugar de en dos otros proyectos de ley. De uno a dos, y luego la segunda parte de la tercera. Y está muy preocupado por Ignacio Dalgo. Casi de inmediato adivinó quién podría ser el "tercero". Sólo una persona sabía desde el principio. El hombre era Pablo Gutiérrez. Fue idea suya - para acceder a la cuenta de Nicolás Cornejo Mejía y lentamente bombeando dinero. Y tan pronto como Ignacio se dio cuenta de que su "inspirador" decidió obtener su pedazo del pastel, de inmediato ordenó a buscarlo. Nadie se atreve a robar a Dalgo sus dólares de sangre! Pero incluso tan descarado! Sus hombres cavaron la totalidad de Buenos Aires y sus suburbios, pero ¿cómo Gutiérrez desvanecido en el aire. Y el dinero al mismo tiempo, continuó a ir! «¡El diablo!» - Ignasio Dalgo se ha agrietado por la mesa. Él ha tomado la campanilla y ha llamado. Casi inmediatamente, la puerta del despacho se abrió y apareció al borde de un mayordomo.
- ¿Me has llamado, señor?
- Tu, que estabas de guardia en la puerta, Ramón? - Pregunta irritado Dalgo.
- ¿Qué es usted, señor, yo ...
- Dígale al conductor - Ignacio rompió a su excusa - para preparar el coche.
- Desde luego, señor - murmuró el mayordomo, y desapareció tras la puerta.
"¡El estúpido!" - Pensamiento Ignacio.
Cinco minutos más tarde, pasando por el Museo Histórico, "Sarmiento", se dirigió a la avenida Cabildo. Su camino estaba en el barrio de La Boca. Cómo llegar fue difícil. Tenía que conducir a través de casi toda la ciudad y de defender en un atasco de tráfico. Por supuesto, sería más fácil hacer llamadas, pero Dalgo quería mirar todo lo que dicen, con mis propios ojos.
Se dirigió hacia el estacionamiento delante de un hangar abandonado y el motor se ahogó. Fue aquí donde se mantuvo el uno con el que quería saber la ubicación de un traidor. Rompió cierre centralizado, cierre todas las máquinas de las puertas. Ignacio miró a su alrededor y se dirigió al hangar.

En medio del local oscuro había una silla, sobre que estaba la mujer vinculada. Sus ojos se cerraron con un vendaje. En la mejilla se mella visible, se convirtió en un golpe de color rojo púrpura. Ella se encogió y se mantuvo en silencio, algo repetido. Cerca de allí, por una mesa, dos hombres jugaban a las cartas.
- ¡Hicistes trampa! - gritó uno y tomó a segundo por el de pecho.
- Aflojas me! - el segundo intento de liberarse, pero el primero sólo lo empujó más fuerte.
- Llevas mis dineros, El Cuervo! - En primer lugar se convirtió en tono más amenazador. - Otro ...
- Y de otro modo sus cadáveres han encontrarán en las estepas de la Patagonia!
Los chicos se enderezó y se volvió bruscamente y se puso en posición de firmes. Ignacio les pasó, miró al que estaba sentado a una mujer que, al oír la voz terrible y el enfoque, se redujo a una silla y comenzó a temblar aún más. Él se acostumbró a su cara y notó un golpe.
- ¿Qué es? - Le preguntó irritado.
El silencio.
- Pues...? - Dalgo se enderezó y miró a los desafíos.
Aquellos que han llamado El Cuervo, poco a poco murmuró:
- Así que este es el jefe ... no quiera decir ....
Ignacio salió de la mujer y se acercó a los muchachos. Cuervo se encogió de hombros, primero se quedó inmóvil, como si se ingiere cuenta.
- Yo a vosotros, las plepas, ha dicho? - Susurró. - Que todo era limpiamente. ¿Y que habéis hecho?
- Así que ... - Cuervo falló de nuevo
- ¡Cállate, bestia! - Dalgo bajó la mano y la apretó con una fuerza a sus adminículos. El Cuervo hizo una mueca de dolor y gimió. - Pago por vostos? A? Pago a vosotros para que recibáis la información. La han recibido RÁPIDAMENTE y LIMPIAMENTE! En su cara perfectamente impreso el puño.
- No soy yo ... - El Cuervo se quejó por el dolor, pero no lo escuchan Dalgo y continuó:
- En la estación de policía más cercana, ya que hará el examen y vendrá a ti, y he aquí por mucho tiempo. Yo no quiero a la cárcel. Y no ir allí. Sólo voy a matar y enterrar a los dos en la Patagonia. Nadie va a buscar para vosotros. Los gusanos se comen tu cuerpo sin valor.
- Jefe, no nos intimidan - Por último, dijo el segundo. - Bueno, un poco exagerado. Le pasa a todos? Una chica fuerte. Silencioso como un pez en un pastel.
Dalgo ha dejado los adminículos Del Cuervo (de lo que él inmediatamente aliviado, como si hubiese seleccionado en primer lugar el oxígeno y luego readmitidos) y centró su atención en el segundo.
- ¿Sí? Entonces también puedes callar? Así que por ahí con nuestra invitada? - De nuevo se volvió a El Cuervo.
- El Diablo tiene razon, el jefe - un balbuceo poco, dijo El Cuervo. - No lo pinchó. Sólo dice que la persona que lo desee, por mucho tiempo que no se comunican, y no tiene idea de dónde está.
Ignacio sacó una mueca ansiosa, dio media vuelta y se dirigió a la mujer.
- Entonces, no sabes dónde está? - Le preguntó.
La mujer negó con la cabeza. Estaba temblando de frío.
- No sé - le susurró. - Pablo hace mucho tiempo. No llamó, y no vino. Déjame, por favor. No voy a decir nada a nadie.
Ella comenzó a llorar.
- Por supuesto, no voy a decir - le acarició la mejilla. Ella se sacudió como si de una descarga eléctrica. Él la miró. "¡Perra! Él sabe y no dice nada ". - Mira, - Dalgo regresó a los bandidos de pie. - Tarde o temprano, todavía la llamaba. Por ahora podéis entretenerse con ella. ¡Pero sin paliza!
- Pode no dudar, el jefe, - el infierno sonrió, dejando al descubierto una serie de dientes podridos. - Tenemos a su favor correctamente.
Ignacio, una vez más miró a la mujer y se fue a la puerta. "Que se divierten - pensó. - Se flexible ". El Cuervo y El Diablo, tan pronto como la puerta se cerró detrás del jefe, se movió en la dirección de Silvia, la sonrisa de carnívoros, frotándose las manos. La noche esperaba muy gloriosa.

EL CAPÍTULO 68.


Mary-Inés examinaba en el espejo su vientre. El vientre era plano. Adoraba a su figura. En su aspecto a ella le gustaba todo - y hombros caídos, y la altura del pecho y la cintura estrecha, y que culo honesta, llena de curvas. Y, de hecho, no quería echar a perder el lujo de algún tipo de embarazo, pero fue la única manera de conseguir Nicolas. En mis sueños más salvajes que representaba sus matrimonio, y dado el hecho de que Nicolás no es la persona, y el vicepresidente del Parlamento argentino, y cuando una mujer inteligente, que ella misma, por supuesto, que se cree en el futuro podría convertirse en presidente. Mary-Inés se sentía en la parte superior. Sólo un poco, y era primera dama. Ambición agarró por los hombros y el estómago hecho corto, liso aspirado culo aún más reducido. Convertirse la esposa del presidente - está del ensueño más arriba? Mary- Inés sonrió a su reflejo, apretó su mano en la forma de la copa y brindaron con su reflejo.
- Para ti, Mary-Inés Cornejo Mejía, Primera Dama de Argentina! - Y se vació el "cristal".
Otra vuelta de tuerca en el espejo, se ajustó el maquillaje, y luego tomó el teléfono y marcó el número. Respondió de inmediato. Mary-Inés tocando nerviosamente las uñas esculpidas en la parte superior. Odiaba que esperar.
- ¿Por qué tan largo? - Le preguntó con severidad, cuando finalmente respondió. - Yo no estoy interesado a tus explicaciónes. Espero que esté listo? ¿Está seguro? No debe haber ningún solapamiento.
A juzgar por la cara contenta, y por cierto se ha extendido una sonrisa en su rostro, el hombre en el otro extremo le aseguró que todo estará bien. Ella colgó el teléfono. Sólo un poco, Nicolas, y estarás en mi red. Esposa del Presidente - que es sólo una pequeña parte de lo que me das.
Mary-Inés de nuevo miró en el espejo.
- Eres una milagra! - Se dijo a sí misma y se volvió hacia la puerta en un momento en que se abrió y entró Nicolás. - ¡Mi amor! - Ella gritó y corrió hacia él, levantó los labios un beso.
Nicolas separado la besó, y le arrojó una maleta y se echó en la cama sin quitarse la ropa y los zapatos. Mary-Inés se sentó junto a él.
- ¿Qué pasa? - Preguntó ella.
- No, - respondió Nicolas. - Sólo estoy cansado.
Sin embargo, no estaba cansado. Él era el maldito enojado. Lanzó un montón de veces que las mujeres que los estafados, engañados, y que nunca le importó que lo hacen sentir. Antonella, Antonella todo este maldito y destruidos. Ella lo dejó dos veces, ambas en el mismo momento en que abrió su corazón y estaba preparado para ella en todo, cuando se dio cuenta de lo que significa el amor y la familia, cuando todo se vuelve sencillo y claro, cuando la proximidad de los más queridos personas - una mujer querida y unos niños - constituyen la felicidad misma de que todo hombre sueña.
- Quieres, puedo hacer el masaje? - Mary-Inés abrió la cremallera de la chaqueta y sonrisa carnívora, comenzó a desatar el lazo.
Y el diablo tomaría esta Antonella, y todo lo relacionado con ella!
- Yo quiero! - De repente la agarró y le dio la vuelta, pisotearon en sí mismo. - Y no sólo había recibido un masaje!
Él se ha clavado en los labios Mary-Inés, pero haciendo el amor con ella, que vio antes de que su ex esposa.

EL CAPÍTULO 67.


- Mamá, me extrañas mucho a ti! - Lu se frotó la mejilla contra la mano de su madre.
- Yo también, querida, - Antonella besó a su hija . - ¿Cómo te sientes?
- Bueno, - respondió la muchacha. - Siéntate conmigo.
Antonella le acarició el cabello de su hija. Los ojos llenos de lágrimas, pero ella era. Lu ya no está en riesgo. Ahora ella estaba mejorando, día a día cada vez más optimista y alegre. "Todo va a estar bien!" - Antonella pensamiento. Porque de lo contrario no podría ser. Ahora se ha vuelto aún más fuerte. Junto a ella, sus hijos y un hombre que la ama. La felicidad más presente femenina. Ha besado de nuevo a la hija.
- ¡Hola! - Paula entró en la cámara.
- ¡Hola! - Exclamó en respuesta a Antonella.
- ¿Cómo está mi ahijada? - Paula volvió a Lu.
- Bueno, mi tía. - Lu se quedó en la cama. - ¿Qué me has traído?
Las mujeres se echó a reír.
- Lu, no te da vergüenza! - Antonella regañó la hija.
Pero la muchacha no se ha turbado. Era todo ojos mirando a Paulo y esperó a ver lo que le daría algo sabroso.
- Por supuesto, no he venido con las manos vacías - Paula sacó de la bolsa una pequeña caja y Lu entregó. - Es un regalo del señor Víctor. Él le pidió que convalecer muy rápidamente.
Bebé sonrió, abrió la caja y allí sacó una cesta llena de arena, con trozos de fruta y crema. Que ella ágilmente le dio un mordisco y comenzó a masticar con fuerza.
Antonella amor miró a su hija. Niña come torta apetitosa y, parece ser que en este dulce manjar se centra ahora toda su vida poco.
- No quieres nada que contarme?? - Pregunta una amiga, mirando a la ahijada. Pero Antonella entendió que se refiere a su amiga.
- No, - ella negó con la cabeza.
- Antonella, dejar de mantener su vida de la muestra y te de una personalidad enigmática. ¿Por qué, cuando se necesita algo para discutir, te vas de la conversación
- Puede ser, yo no quiero hablar de nada - Antonella se encogió de hombros.
- Anteriormente, no eran así.
- Antes yo era más joven y estúpido.
- Y ahora se hacen mayores y más intelegente? - Paula respondió.
Antonella no dijo nada. Ella metió la hoja bajo los pies de su hija, y ella les acariciaba.
- Escucha - Paula ha tomado a la amiga por la mano y le ha desenvuelto.. - No voy a subir de nuevo a tu alma y saber lo que está pasando en ella. Creo que sabes esto. Pero quiero ayudar. Eres mi amigo y te quiero. Ahora está tratando de lanzar una pelota, pero se enreda en los que con más ahínco.
Antonella suspiró. Cómo Paula ley.
- ¿Y qué puedo hacer? - Lágrimas en los ojos pidió a Antonella.
- En primer lugar, no alienar a las personas más cercanas. Nico nos llamó por la noche. Él estaba buscando. Que partieron ayer desde el hospital es muy extraño. Y si no fue a su casa, entonces ... ¿Dónde has ido?
- Lo querría saber también!
las mujeres has volven bruscamente. En la cámara, Martin vino. Primero fue a Lucrecia, la besó en la parte superior y le entregó un paquete de naranjas, y luego se volvió hacia a Paula y Antonella.
- Hola, querido! - Saludó alegremente Antonella.
- Hola, querida! - Dijo Martin. - Entonces, ¿dónde estabas?
Antonella miró a los desafíos por delante de el novio y su amiga. "Déjame en paz!" - Quiso gritar en voz alta. Pero ella se quedó allí y sonrió estúpidamente. Y en silencio.
- Antonella ... - Paula comenzó.
- Caminé! - Espetó Antonella. - Una. Durante toda la noche. El teléfono no puede tomar, porque nadie quería hablar. ¡Todo!
Quedó sin aliento. Martín y Paula la miró con ojos muy abiertos.
- Has ensayas largo rato? - Le preguntó Martín.
- No, - respondió sarcásticamente Antonella. - Mi aria de una corona fue evaluado esta mañana por Nicolas Piovano. Me lo envió al infierno. Y, si ambos no están detrás de mí con sus preguntas estúpidas, me escupen veneno a vos.
- Y a mí también? - Pregunta Lu a su litera.
Entonces todo el mundo recuerda dónde están. Antonella corrió a su hija.
- Por supuesto que no, querida, - presionó a su hija contra su pecho. - Mi veneno sólo para las ratas.
Ella miró deliberadamente Martin y Paulo.
- Por lo tanto, estamos a las ratas? - Con el acero en su voz le preguntó Paula. - ¿Sabes qué, mi querida amiga ...
Pero no terminó. Repentinamente se volvió, la mujer ha salido de la cámara, en voz alta cerrando la puerta detrás de él.
Martin miró en silencio a Antonella por la mirada de la persona desengañada, y fue detrás de Paula.
- Lu, ¿por qué soy tan estúpida? - Antonella dijo, cuando Martín se fue.
- Mamá, eres la mejor del mundo! - Lucrecia abrazado con fervor la madre. - Te quiero y quiero irme a casa.
- Pronto será dado de alta - alentada por su hija Antonella. Con firmeza la apretó contra él, como si temiera que ella desaparece de su vida ya que recientemente perdió a su hombre amado, y ahora que era muy similar a ella, y sigue siendo una amiga y un novio.

EL CAPÍTULO 66.


Antonella fue en la mañana de Buenos Aires. Bruma ligera cubierta de la ciudad se despierta. Los peatones raros que tienen prisa al servicio en la hora tan temprana, se encontraban a ella en la vía; los comerciantes abrieron sus puestos y tiendas, expuso los productos, ofreciendo una muestra de que el comprador de una variedad de productos alimenticios y la industria ligera. Antonella fue. No, ella no lloró. Lágrimas por alguna razón no lo era. Había miedo y el dolor, el alma encadenada. Se sentía un delincuente. Esa noche, ella cometió el pecado imperdonable, lo que permite a sí mismo para estar cerca del hombre amado. Los recuerdos llamaban los espasmos dulces, de que se hacía aún peor. Miró a su alrededor, tratando de averiguar cuál es cuál. Mirando a su alrededor, Antonella giró y se dirigió en la dirección opuesta al centro de negocios, junto a la que en vísperas de salir de su coche.
- Oh, Plym-Plym, es el momento de recoger el cerebro y comenzar a pensar - murmuró, sentado en el coche y preparando el escenario para el motor.
Cuando llegó a su casa, Antonella se elevó en el piso y traté de ir lo más silenciosamente posible, para no despertar al hijo dormido. Ella se dirigió a la cocina, se sirvió café en un turco, y les prendieron fuego.
- ¿Dónde estabas? - Rang fuertemente cuestión.
Tomados por sorpresa, la mujer se estremeció, sintiendo todo el interior se congeló. Al reunir a sus sentidos, se volvió a sonreír e inocente voz, dijo:
- Buenos días, Nico!
- ¿Dónde estabas? - Es evidente que reiteró hijo.
- ¿Dónde estaba yo? - Antonella repetidas.
- Sí, ¿dónde estabas esta noche?
- En casa, por supuesto - no la vergüenza, dijo la mujer. - ¿Dónde puedo ser?
- Bastará mentir! - Nico se rompió. - No he dormido toda la noche. Y que no estaban en su cama.
- Nico, soy una mujer adulta... - el comienzo de lo justificaba.
- Sí, eres una mujeradulta, pero eso no quiere decir que debe ser una puta.
Antonella ha dejado de agitar el café y miró a su hijo gafas.
- ¿Qué has dicho?
- Sí, sí, una puta. ¿Y qué más para llamar a una mujer que no pasan la noche en casa? Llamé a todos los que conocía, pero que estaban a la - ya sea en el hospital o en una fiesta. Entonces llamé a Martin, pero con él no estaba allí. ¿Dónde estabas? ¿Con quién? - Nico hizo una pausa y añadió: - Con él?
Antonella en silencio. No sabía qué decirle a su hijo. Si se admite que será el final de su relación ya complicada.
- No, - dijo al fin. - Paseaba.
- Toda la noche? - Le preguntó con incredulidad.
- Sí, toda la noche. ¿Crees que es fácil cuando el tiro de su hijo y su vida pende de un hilo? Por la tarde visité Lu, y yo sólo quería estar solo y pensar en la vida. O tengo y no tiene el derecho?
- Tienes. Pero ¿por qué no contestas el teléfono?
- No quiero hablar con nadie.
- Incluso me?
- Incluso con te. Estoy muy cansada últimamente. Han ocurrido demasiadas cosas. Y vamos a dejar esta conversación - Antonella le preguntó. - Yo bebo café, entonces voy a ir a tomar una ducha y luego ir al hospital.
- Puedes responder a la llamada - no dan tregua Nico.
- Perdona, - se terminó el café, poner una taza en el fregadero y caminó hacia el baño.
Nico miró a la pista dejando a la madre. Que no creía que sus cuentas. Estaba seguro de que la última noche que pasó con su peor enemigo - su padre - Nicolás Cornejo Mejía.
- Yo voy a dejar en agua potable - con la ira-susurró.

Nicolas le puso la mano en una hoja y me desperté. No había nadie cerca. Se sentó en la cama y miró. Antonella y sus cosas no fue, también. "Ha ido" - ha pensado él. No sabía, feliz o triste. Lo que ocurrió en la noche, fue un dulce sueño, un sueño hecho realidad, que ha alimentado durante meses, desde que se reunieron de nuevo a Antonella. Ella era el amor de su vida. Y esa noche ella estaba allí, hicieron el amor, entregándose a los demás con la pasión por lo que podrían ser capaces de hacer. Todo estaba saturado de emociones. Pero llegó la mañana, y se había ido. Al igual que hace 10 años, le ha dejado, corriendo todo lo que estaba entre ellos. Nicolas tomó el pelo.
- ¿Qué clase de idiota soy! - Él estalló. - ¿Cómo podría volver a caer en la trampa? Pero no, Antonella, más no voy a dejar que se ríen de mí.
Saltó de la cama y se dirigió a la ducha.