понедельник, 16 января 2012 г.

EL CAPÍTULO 70.


- Sylvia, ven a mí! - ha resonado en el selector.
Nicolas estaba nervioso. Desde entonces, como Antonella se escapó por segunda vez, no era él mismo. Él estaba como alma en pena, tratando comprender las causas de su acto. Pero ni el lugar, ni las causas de encontrar así no podía. La noticia de que su hija lo sacudió. Y él hasta se esforzaba a visitarla en el hospital. Pero algo retenía de este paso. Que precisamente, él no podía comprender también. Le parecía que lo han engañado como el último idiota. Se han aprovechado y han echado al basurero. Se apoyó sus manos sobre la mesa. ¿Que a ello ahora hacer? ¿Cómo vivir con todo esto? Antonella lo quiere, pero se niega a ser obstinadamente con él. Hija sin duda sabe de su padre, pero no sabe quién es. ¿Y cómo él se dará, habiendo sido declarado a ella en el hospital?« ¡Hola, la hija, mí tu padre! Solamente hace una semana he conocido sobre tu existencia. Y solamente gracias a mí vives ahora y me miras con los ojos enormes. Porque, si no te disparaban, y no has perdido mucha sangre, tu mamá te habría dejado sin padre, porque tu padre – el canalla y el traidor ». Nicolas se sentía realmente el canalla. No, no por el traidor, pero el canalla - es definitivamente. ¿Que has hecho, Antonella? ¿Para que has aparecido de nuevo? En diez años él ha aprendido a vivir sin ella. Él ha hecho entrar todos los recuerdos lejos, en la profundidad de las alma, los ha cerrado a un millón de castillos. Y ella sólo tenía que aparecer como todas las cerraduras de una apertura instantánea y dejó escapar no sólo recuerdos, sino también un deseo de estar con el que nunca salió de su corazón con su Antonella. Con su Antonella querida, que le ha dado todo – el amor, la tranquilidad, el hijo, y ahora también la hija, que era, como él ha conseguido notar, mucho le es parecida. Y con todo lo que le dio el dolor. Dolor insoportable cuando la luz no es agradable y lo que desea es subir la pared, aunque esto es poco probable que ayudar. Y ninguna corporación, ningún parlamento, donde pasó la mayor parte del día, no podía sacarlo de su ensimismamiento. Estuvo a punto de no escuchar lo que dicen, y no participó en el debate. Simplemente, no le importaba. Él se ha cansado.
- Sylvia, bueno, ¿dónde estás?
- ¿Quiere algo Usted, señor?
Nicolás se volvió. En la puerta había una chica guapa rubia.
- ¿Quién eres tú? - Le preguntó.
- Mi nombre es Claudia, señor. Yo soy de el departamento de personal.
- ¿Y dónde es Sylvia?
- Ella no tiene en trabajo a dos días . Hasta ahora, en cambio, voy a ser su secretario.
¡Bien! Ahora el secretaria había ido a alguna parte.
- ¿Cuáles son sus órdenes? - la muchacha pregunta a otra vez.
Nicolas ha pensó. ¿Cuáles órdenes pueden ser? Él sólo quería pedir consejo, como lo había hecho siempre, en tiempos difíciles.
- No, - dijo. - Y sin embargo ... traigan el informe de contabilidad en última semana.
Todavía a el trabajo. Y la posibilidad aparte de los problemas personales. Y a partir de Antonella.
Claudia asintió con la cabeza y abrió la puerta, cara a cara con Carlo.

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