воскресенье, 30 октября 2011 г.

EL CAPÍTULO 6.

El encuentro con Antonella ha estropeado definitivamente el humor de Nicolas. Por eso, deseando distraerse de los recuerdos de la ex esposa, él ha decidido encontrarse con la amiga Mary-Inés. El deseo de ir a los restaurantes habituales no quería. Por eso el hombre ha decidido invitar a la muchacha en el restaurante confortable, que se encontraba casi en el suburbio de la ciudad. Mary-Inés algo trisaba, periódicamente revolviendo la pajita cóctel, él ponía cara que escucha y hasta saludaba de vez en cuando, pero ante sus ojos había todavía un encuentro de la mañana con Antonella. Él podía reconocer que en unos años que eran a lo lejos uno de otro, se hacía aún más hermosa y concupiscible. Aquí solamente no lo gusta que ha cambiado el peinado. Como él quería sus rizos … aspirar su aroma … el aroma especial, que perseguía sus años largos de la separación …
¡Todo bastará! Nicolas ha apretado el tenedor en las manos, sin notar que la compañera de viaje se ha calmado y lo ha mirado atentamente. Él no debe pensar en Antonella. Él ante ella no era culpable. Ni en que no es posible acusarlo. Ha tomado esta decisión. Ha deseado creer en aquella mentira que han dado a ella sus enemigos. Es culpable que su matrimonio se ha didvidido. Y él no es culpable en lo que todos estos años ni de que no la sabía y su hijo, porque Antonella ha deseado así. Él no es culpable. No es culpable …
- ¿Mi amor, - él ha sentido en la mano la palma fría Mary-Inés, - todo está en orden? Eres demasiado intenso.
- Todo es bueno, - Nicolas ha hecho sonreír y echar los pensamientos de la ex esposa.
- Quieres … - ha dicho la muchacha con voz ronca – te haré hoy el masaje … el masaje especial.
Nicolas ha sonreído sólo, habiendo puesto la mano encima de su mano.
Todo iría como bien, mientras su atención no atraiga la atención el par completamente joven detrás de la mesita vecina. Nicolas ha observado. El muchacho se era paseado con todas las fuerzas ante la compañera de viaje. El hombre se ha sonreído. Claro, como pon que sobre la mente a este muchacho. Aquel al instante se ha vuelto y ha mirado Nicolas directamente en los ojos, además continuando sobre algo susurrar a la muela a la orejita, acariciando su pincel estrecho por los dedos largos. Nicolas se ha fruncido. Algo no así en este muchacho. ¿O a él completamente el techo ha llevado? ¡En todo es culpable Antonella! Y esta campaña electoral maldita, por que tiene que comunicarse con ella.
Nicolas ha quitado la vista de una pareja y de nuevo ha dirigido la mirada a la amiga.
- ¿Te gusta aquí? - Él ha tomado las manos tiernas Mary-Inés en, además ha inclinado ligeramente la cabeza y ha mirado a ella en los ojos, perfectamente sabiendo, que efecto hace a las mujeres tal mirada …

Lo que ha pasado en momento siguiente, Nicolas ha sumido en el choque. Él conversaba amablemente con la compañera de viaje y de repente ha sentido, cómo a su cabeza se cae algo caliente, y no se cae simplemente, y disminuye por los carámbanos largos. ¡Los espagueti! En cincuenta Nicolas con el rabillo era todavía bastante veloz, por eso se ha ingeniado y ha agarrado al ofensor por el pie. Aquel trataba de ser arrancado, pero no ha llegado a tiempo – el hombre lo ha tumbado a la tierra y ha torcido las manos. En cinco minutos a la cafetería ha llegado la policía. Al muchacho han esposado y han levantado el acta sobre menudo a gamberrada.
Nicolas miraba con aire descontento el muchacho, que estaba aparte y con la llamada lo miraba. Él se ha fruncido. De nuevo un sentimiento incomprensible. Y su esta mirada. ¿Por qué le parece que él sabe a este muchacho? Ya que él sabe exactamente que nunca no lo veía antes. ¿Y por qué le parece que el muchacho ha mudado de semblante, cuando ha oído el apellido de Nicolas? El hombre ha conmovido la cabeza. Le es necesario el descanso.
- El señor, - se le ha acercado el oficial, - hemos informado la familia. Pronto deben llegar. ¿Por ahora queréis que detendríamos a este muchacho?
Nicolas ha tendido la mano a la compañera de viaje.
- No, solamente hasta la llegada de la familia, - eran pronunciadas es frío por Nicolas, - me voy.
Él ha dejado la última mirada al muchacho que hablaba en este momento con la amiga.
- Que por la brujería, - no podía comprender él.

Poco tiempo después de su partida en el restaurante, como si el huracán, ha irrumpido la mujer y se ha dirigido directamente al culpable del suceso.
Ella un tiempo lo miraba callando.
- ¿Puede, explicarás? - Ha pronunciado al fin.
- Por teléfono todos te han dicho, - ha rezongado el muchacho, metiendo las manos en el bolsillo.
- ¿Espero, has pedido por lo menos los perdones? - La mujer ha decidido no armar el escándalo públicamente.
- ¡Y no compadezco, - el niño ha levantado desfiantemente la barbilla y ha mirado obstinadamente por los ojos azules cielo la mamá, - Si se presentará la posibilidad, una vez más haré así!
- ¿Que? - La mujer ha ayeado.
- ¿El señor, - se le ha acercado el oficial de la policía, que antes hablaba con que ha sufrido, - Es usted la madre de este muchacho?
- Hablaremos en casa, - ha prometido al hijo. Ha dirigido después la mirada en que se ha acercado, - Sí, oficial – yo soy su mamá. Mi hijo siente mucho sobre que ha pasado y ….
- El señor, a que, - el oficial ha mirado el muchacho y tosía, - a la cabeza, que su hijo vertía los espagueti, se ha ido.
- Bien, - ha saludado la mujer, amablemente sonriendo al oficial, - Y llaman como …
El oficial ha abierto la boca, pero era adelantado por el muchacho:
- Nicolas Kornejo-Mejia.
La mujer es incrédulo ha dirigido la mirada al hijo después al oficial, abriendo y cerrando la boca.
- Nicolas Cornejo-Mejia, - ha dicho con voz fina delgadamente su voz. Esperaba que ha oído mal.
- Sí, el señor. Perdonen, - ha saludado el oficial y se ha alejado, puesto que era llamado por alguien.

La mujer miraba en la espalda del oficial. Después se ha vuelto muy despacio de cara al hijo. Sobre su persona era indefinido cara.
- Significa Cornejo-Mejia, - ha arrugado la nariz.
- Sí, - ha saludado hoscamente el muchacho, - el Mismo Cornejo-Mejia. Mismo, por que tenías la tontería una vez casarse.
- ¡Nico! ¡No puedes tan hablar!
- Y no tal tengo derecho, - ha enseñado los dientes el muchacho y ha salido a la calle.
Y Antonella, esto era ella, miraba detrás del hijo Nico. ¿Que, al diablo, pasa? Desde buena mañana ha sido declarado Nicolas, ha dicho a ella de las porquerías, ahora aquí este encuentro del padre y el hijo, que es desconocido a que llevará. Delante la campaña electoral de su ex marido, pero el comienzo de todo esto no le gustan seguramente.

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