воскресенье, 30 октября 2011 г.

EL CAPÍTULO 7.

Claro, Nico en seguida ha conocido al padre. Además, él mismo ha invitado a verter los espagueti a la cabeza de este ánsar, que estaba con una señora y amablemente le sonreía. ¡Como él lo odiaba! Él olvidará nunca, cuánta mamá lloraba, cuando han salido. Él era todavía completamente el niño, pero él recuerda todo. ¡Y él vengará! Por todas las lágrimas de mamá, por lo que Nicolas quería verlo nunca, se interesaba nunca por el hijo.
Primero al vapor de los años vivían junto con Lautaro y Paula. Primero la mamá era ocupada por la muela de Lu, paralelamente trabajando en el fondo, dejado a ella en la herencia la señora Lukrecia, creaba después propia agencia. Nico adoraba a la mamá Antonella y hermosa Lucrecia. Y es ahora, cuando él pensaba en ellos, su persona ha sida llenada la ternura, y él ha sonreído sin ganas.
Una vez junto con la hermana han ido de visita a Abelardo. Aquel vivía en una pequeña casita en el suburbio de la ciudad y tenía comercio por la venta de los productos Lu penetraba al anciano a las rodillas, Nico se sentaba al lado, y con el encantamiento escuchaban sus relatos sobre la señora Lucrecia, sobre la vida en la casa De Cornejo-Mejia, como la mamá y el papá se han querido y que tuvieron que llevar para el amor. En cierto modo el muchacho ha preguntado, por qué el papá nunca a ellos no llega y no llama. En vez de la respuesta de Abelardo ha sido bajado y se ha puesto en los razonamientos amplios de la complicación de la vida. Nico así nada no ha conocido. Y ya que quería oír así la respuesta a la pregunta, porque la mamá no deseaba también hablar a este tema.

En uno de los días Nico ha llegado a Abelardo uno y lo ha pedido ir junto con él a la casa De Cornejo-Mejia. Aquel se negaba mucho tiempo, llamando las causas distintas, pero en el fin-fines se ha rendido bajo la presión del mocito. ¿Y cómo era posible renunciar a este pequeño pilluelo con los ojos azules cielo?
- Promete solamente, - ha dicho Abelardo, - que miraremos simplemente de lejos y todo.
- Claro, abuelo, - ha respondido Nico.
Y han ido.

Al parecer la mansión se ha quedado mismo, por que recordaba su a Nicolas-menor. Solamente aquí él mismo se ha cambiado. En una de tales llegadas él ha visto al padre. Aquel salía del coche con una mujer, y después la ha movido a la casa, abrazando el talle y algo susurrándole a la oreja, aquella en la respuesta fuertemente y es opuesto reído. Nico ha sentido el ataque agudo del odio y ha apretado las levas.
- Iremos, - lo ha sacado del entumecimiento de Abelardo, - y así veías demasiado, hasta que no era necesario.
- ¿Por qué? - Ha preguntado el muchacho y ha comenzado a llorar. ¿- por qué, el abuelo? Él quería así a la mamá, recuerdo. Y ahora él ha olvidado sobre nosotros. ¿De veras otras mujeres son más caras a ello, que la mamá, Lucrecia y mí?
Las lágrimas ahogaban, conmoviendo en los sollozos su pequeño cuerpecito.
- Llora, mi muchacho, - el anciano ha abrazado Nico los hombros, - llora, a ti se hace más fácil.

Pero no se hacía más fácil. En vez de la pena ha llegado el odio. Ha rellenado su corazón sin resto. Los recuerdos y el encuentro de hoy con el padre han agitado el dolor que se ha escondido. ¡Él vengará! Nico ha apretado los puños y en lleno de firmeza ha salido al encuentro de la incertidumbre. Ya que solamente un Dios se sabe, en que se derramará esta lucha contra la persona, que le cae por el padre natal - Nicolas Cornejo-Mejia

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