пятница, 9 декабря 2011 г.

EL CAPÍTULO 55.


- ¿Hacia dónde vamos? - Le preguntó Claudia, cuando Nico se fue en la Avenida Dorrego.
- No puedo decir - que le tocó la mano, - que será una sorpresa.
- Una sorpresa? - Se ha asombrado la muchacha. - Qué interesante. ¿Qué?
- Si te digo, no será una sorpresa - Nico sonrió. - Espera, que casi llegó.
Con Avenido Dorrego el coche convirtió en la Avenida del Libertador y se detuvo en un edificio pequeño. Claudia miró por la ventana, esperando a Nikc se abre la puerta.
- Hipódromo - leyó el letrero.
- Verás, te gusta - Nicc le tendió la mano.
Pasaron la guardia y se dirigió a los establos. El caballerizo, bigote canoso, los llevó a plaza. Al ver el caballo, Claudia exclamó con admiración. Se trataba de una pata importante de pura sangre con una espesa melena de color negro azulado. El caballo miró, olió, y tomó la boca del cañón.
- Dale un terrón de azúcar - el caballerizo a la niña en un cuadrado blanco.
Ella tomó el azúcar y se la entregó el caballo. Miró dubitativo a Claudia, tomó la nariz y vacilante lamió el azúcar de la palma de su mano. La chica le dio una palmadita suave en la nariz - el caballo no se movió.
- ¿Lo has gustado, - dijo Nico.
Ella se echó a reír.
- Me dijo, también. ¿Cómo se llama?
- Su nombre es Garson, - contestó el caballerizo.
- ¿Quieres que te lleve? - Le preguntó Nico.
- ¿Es posible? - Claudia miró con la esperanza a el caballerizo.
- Usted puede, señorita - asintió el hombre. - Ahora yo le silla de montar.
- ¿Cuál es el truco? - Claudia le preguntó cuando el novio se fue a una silla de montar.
- Nada, - un hombre joven sonrió ligeramente y cerró los ojos. - Yo sólo quiero hacerte sentir - que atrajo hacia sí y la besó en los labios.
Ella respondió al beso, pero luego se alejó.
- ¿No te parece que se da prisa para conseguir un premio? - Con un toque de reproche, dijo Claudia.
Fingió ser meditado.
- Tal vez tienes razón. Voy a esperar.
Ostler ensillado Garzón y ayudó a Claudia para subir.
El sol calienta suavemente y la envolvía con calidez. El caballo caminaba tranquilamente por Claudia, junto a la yegua caballo pío Nico. Una ligera brisa soplaba desde todos los lados. Dejaron en el campo. La arena vacía podio y pisoteado los rodeaba, y recordó la pasión furiosa y entusiasmo por las tragedias de las ganancias fabulosas y loco. Ahora se hizo el silencio, que tenía la sensación de que escuchar todos los sonidos escondidos. Fue en este ambiente, se empieza a entender quién eres y lo que haces. Todos los pensamientos se dirigen a un segundo plano y el hecho de que hasta hace poco parecía importante, dejó de ser importante, y más aún - se ha convertido en pequeños e insignificantes. Nico miró a Claudia. Ella respondió con una sonrisa en sus ojos y espoleó a su caballo. Garsón, quien estaba acostumbrado a obedecer a la vez, salió al trote, y luego se trasladó al galope. El joven partió hacia ella, pero parece decidido a burlarse de él, instando a su caballo cada vez más difícil. Garsón de pronto se detuvo, criados y al momento siguiente, Claudia, lanzando un brazo y un pequeño grito, se encontró en el suelo. Nico saltó de su caballo y se lanzó a la niña postrada. Ella no se movió. Se tocó el cuello - palpar el pulso débil. Alive! Suspiró con alivio. Nico miró a su alrededor. El caballerizo, que es la orina, corrió hacia él.
- Veía todo, señor! - Exclamó, sin aliento. - Extraño, Garson, por supuesto, un caballo con los donantes, pero nunca dejó caer un jinete.
- Deja de hablar! - Lo detuvo Nico. - Llame a un médico.
El hombre asintió con la cabeza y corrió hacia el edificio de la administración.
Claudia se quejaba débilmente.
- No te muevas - suavemente ordenó Nico y le acarició el pelo y - ahora viene el médico.
Ella obedeció.
Unos minutos más tarde corrió a los médicos alarmados y el caballerizo. El doctor por los movimientos profesionales ha palpado a la muchacha, sus manos, el borde, luego la ha vuelto con precaución y ha examinado el pecho, el vientre y los pies.
- Parece que no hay fractura - afirmó - pero todavía hay que hacer una radiografía para asegurarse de que todo está realmente bien.
- No puedo recogerlo? - Le preguntó Nico.
- Sí, pero sólo con cautela.
El caballerizo y Nico suavemente Claudia ayudó a levantarse, a continuación, un joven la levantó y la llevó a la salida. Ella se mordió los labios para no gritar de dolor. Nico besó en la frente.
- Ten paciencia, mi querida - susurró él.
La llevó hasta el coche y se sentó en el asiento trasero, luego se sentó en el asiento del conductor y arrancó el motor.
- Llévame a casa, - preguntó la muchacha.
Nico apagó el motor y la miró por el espejo retrovisor.
- ¿Estás loco? - Él se indignó. - No es que me proporcionaron este día del juicio final con los saltos y la caída de un caballo, por lo que todavía se niega a ir al hospital.
- Ya oíste lo que dijo el doctor, - respondió Claudia. - Fractura no tengo. Estoy muy dolido.
- ¿Necesita comprobar - no dejes que hasta Nico.
- Estoy bien, - dijo tercamente.
- Bueno, - se ha comprometido a un hombre joven. - Sólo ahora que me pregunto donde aprendió a montar a caballo?
La niña se echó a reír e hizo una mueca de dolor.
- Asistí a una escuela de equitación. Sin embargo, no mucho.
- Esperemos que la próxima vez que oboydeshsya sin atracciones de circo - reprendió a Nico. De nuevo en marcha el motor y se trasladó el coche.

Martin abrió la puerta y dejar que avance Antonella. Ella se enojó como nunca antes, que, por el contrario, fue en los espíritus muy alto.
- ¿Qué eres en realidad? - Él la abrazó y la atrajo hacia él.
- Este cocodrilo miserable y Medusa me llevó a los hígados. ¿Por qué me desgarro impedido de cáñamo teñido de esta bruja? - Absolutamente en serio preguntó Antonella.
- Eres una mujer adulta! - La besó en la frente. - Y yo no podía permitir que se estrelló plana doña Anna en las fichas. Y se puede, lo sé - le sonrió y le dio unas palmaditas en la mejilla.
Ella cruzó los labios de proa, se redujo ligeramente los ojos.
- ¿Seguro que quieres casarte conmigo? - Pregunta. - ¿No teme que en un arrebato de rabia que puede aplastar a nuestra casa?
- Te amo, - Martín respondió con gravedad. - Y yo no quiero nada en la vida para casarme contigo. Pero ...., - Hizo una pausa y comenzó a mirar a su alrededor como si buscara algo.
- ¿Qué estás buscando?
- Lu visitas a Paula hasta la mañana?
- Sí, pero ...., yo - Su voz se escuchó la preocupación, mezclada con curiosidad.
- Y Nico?
- Se ha ido. Al alcanzar la edad adulta, me detuvo para informar, dónde y por qué.
- Excelente ....
Antonella volvió el rostro hacia él y le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
- ¿Te gusta - Martin le dio un beso. - Estamos aquí solo, es perder el tiempo vale para nada? - Él la miró intencionadamente.
La mujer sonrió.
- Si estás a punto de comer algo más sabroso, y luego dispararon. Doña Ana bulle conmigo hoy como un cerdo.
- Es mejor que comer - la besó de nuevo, ahora más agresiva. Antonella agarró los brazos y la llevó al dormitorio.

El coche se detuvo cerca de la casa de Claudia. Nico ha ayudado a la muchacha salir, agarrándola por el talle, pasaba a la puerta de entrada. Durante el viaje, ella descansaba, por lo tanto, se han movido con mayor libertad y, si Nico no insistió, podía venir a la casa.
- ¿Está seguro de que vaya a la misma escalera? - Manifiesta su preocupación le preguntó.
- Sí, - dijo Claudia. - No te preocupes, casi no tengo dolor.
- Muy bien.
Él la dejó ir. La muchacha dio unos pasos y se volvió.
- Me olvidé de hacer algo - dijo.
Claudia fue a Nico y lo besó.
- Perdona que ha estropeado tu sorpresa - era realmente embarazoso.
- Te es de perdona. Si supiera que no está sentado en la silla, yo os lo hubiera tomado a algún otro lugar.
Claudia sonrió débilmente. El joven se inclinó y la besó. Sus labios se retiró a su encuentro, suave y caliente - que agita su sangre, haciendo que se olvide todo. Se deslizó sus manos por su cuerpo, tratando de tocar lo prohibido, pero ella lo detuvo de nuevo.
- Eres increíble - dijo ella, emocionada voz, ronca, el deseo -, pero no es un plato de retener en la estufa. Así se convierten en más sabrosa - tocó la punta de la nariz, los labios y se tambaleó en la casa.
Ese enojo, que de ninguna experiencia en la primera cita, esta vez no se sentía. Más bien molesto, y no importa la forma en que fue más prosaico, el dolor en la ingle. Claudia le excitaba más que nadie. Tenía amigas, pero ninguna de ellas podía igualar. "Tal vez este es el amor?" - El pensamiento no. Le gustaba esa sensación.

Él estaba y miraba la casa. El odio llenaba su corazón. Muy pronto se cierra con ella. Y no más de esos hermosos ojos grandes y enmarcados por unas pestañas largas y negro, no de los labios sensuales llena, no suaves curvas de su cuerpo. Sintió que su masculinidad se hace sentir. "¡No!" - Él se detuvo. Todo desaparece, y cayó la oscuridad. Para ella y para él el infierno era la vida misma.

Martin, envuelto en una toalla, abrió la puerta y tomó el sobre mensajero extendidos.
- Una carta a ti, - el dijo a Antonella. - ¿Qué con ti? - Se sorprendió al ver cómo ha cambiado la cara.
- Nada - respondió la mujer.
Habiendo enrollado la sábana, ha tomado el sobre y lo ha mirado. La mano no se volvía desellarlo. Sabía que está allí.
- ¿Qué esperás?
- No puedo - Antonella en voz baja.
- Quieres, esto será hecha por yo?
- ¡No! - De repente gritó y rompió en pedazos, arrojó por la ventana abierta. Escalofrío recorrió el cuerpo, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Antonella, me asustas - se refiere, dijo Martin.
Ella se aferró fuertemente a él.
- Tengo miedo, Martin ...
- Me cuentas, - preguntó el hombre.
En respuesta, ella se limitó a sacudir la cabeza y empezó a llorar otra vez.

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