понедельник, 12 декабря 2011 г.

EL CAPÍTULO 59.


La chica estaba sentada en una silla. Sus manos y pies atados. Ella miró los ojos de miedo en el hombre que estaba sentado enfrente. Iba vestido de negro, y una máscara oscura, sólo abrir los ojos. Se le prohibió hablar, y ella se quedó en silencio, pero las lágrimas corrían por sus mejillas sin cesar. Ahora y luego oler, al tratar de hacerlo lo más silenciosamente posible, por lo que una vez más, no para molestar al hombre. Era evidente que estaba nervioso. De vez en cuando caminaba a su alrededor, luego se sentó, y de nuevo empezó a caminar. Parecía como si el tiempo se había detenido. Y cuando el ruido del motor se escuchó, Lou pensó que parecía. El hombre, en cambio, comenzó, se levantó de su asiento y corrió hacia la ventana. satisfacción Hmyknuv, se fue a Lou y se llevó un dedo a los labios.
- Siéntate en silencio! - El hombre ordenado.
Sus labios temblaban y un sollozo casi estaba listo para salir de su pecho, pero se contuvo. Sólo las lágrimas fluían más fuerte. El hombre se fue y se escondió detrás de la puerta.
Oído el ruido de los tacones, se abrió la puerta. En el umbral estaba Antonella.
- Lu! - Ella gritó y corrió a su hija.
La puerta se cerró con un ruido sordo. Antonella se volvió. Ella fue directamente a la gente.
- Durante mucho tiempo he estado esperando por ti - dijo.
- ¿Quién eres tú? - Pregunta - ¿Qué quieres de mí?
- Tu. Te necesito.
- ¿Pero por qué? ¿Qué he hecho?
- Basta de hablar! - Se detuvo bruscamente. - Todas las conversaciones después, y ahora desatarás a la mocosa y ocuparás su lugar, y se iría a casa en silencio.
Antonella tragó saliva y comenzó a desatar la cuerda.
- Todo estará bien - le aseguró a su hija.
Lo que ocurrió en el momento siguiente, más como una película de suspenso, filmada en cámara lenta. Sharp romper una ventana, Martin saltó del alféizar de la ventana y saltó sobre el delincuente. Antonella ha amontado Lu en sus brazos y corrió hacia la salida. Detrás llegó el sonido de la lucha. De pronto sonó un disparo, y se hizo el silencio. Nadie al principio no entendía lo que había sucedido. El hombre de negro corrió hacia la puerta, casi derribando la carretera Antonella y Lu. Martín se sobresaltó y miró a Antonella. Se volvió y miró a Martín. Y entonces sus ojos se fijaron en el bebé. La niña comenzó a hundirse lentamente en el suelo sobre el que un rayo de luz fluyó grandes gotas de sangre.

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