среда, 2 ноября 2011 г.

EL CAPÍTULO 14.

Después de la boda de Antonella y Nicolas Abelardo así como vivía en la mansión, cumplía las mismas obligaciones del mayordomo, así como al señora Luсrecia, y cuando ha nacido un pequeño Nico, a sus obligaciones ha sido añadido también niñera. Él mismo ha escogido esta, aun el trabajo, y el placer de cambiar los panales y cantar de cuna al pequeño señor. Nico de los rocíos, y Abelardo se ataba es más siempre más grandes a él, en el fondo del alma incluso sus parientes. Tuvo que explicarse La verdad es que con Tadi, pero aquel se encontraba comprensivo pequeño y no estaba irritado con él. Él hasta lo consultaba, que pañales más vale - el Pañal o Haggis.
Aquella tarde fatal de Abelardo en la cocina preparaba el té, trisaba al lado un absurdo de Amparo. Y de repente de la sala hasta él han llegado las voces. Él ha dado oídos. Nicolas y Antonella sobre algo discutían, y no discutían simplemente, reñían.
Sin tener la costumbre de escuchar, pero poseiendo el deseo ardiente conocer, en que, en realidad, el asunto, él ha salido de la cocina y se ha escondido detrás de las columnas.
- ¡Idioto! ¡Cretino! ¡Ansar! ¡Mujeriego! - gritaba Antonella
- Te he explicado que me han puesto, - gritaba en la respuesta de Nicolas.
- ¡No me cuentes el cuento, estúpido! Si que veía, se llama "han puesto", mí el Papa de Roma. ¡No se atrevas a tocarme! ¡No me toques! ¡Te odio!, - tras de esto ha parecido oír el algodón, y Abelardo ha comprendido que Antonella ha terciado la cara al marido.
- Ni en que no soy culpable ante ti. No se vayas, te pido.
- No puedo quedarme, Nicolas, - ha respondido Antonella ya más tranquilamente, - has traicionado nuestro amor. ¿Recuerdas la historia del ángel con una ala? Para volar, él debe abrazarse con otro ángel. Has roto a yo las alas, Nicolas. Más podré volar nunca. Adiós.
Y se ha ido.
Nunca, ni hasta, ni después de, Abelardo no veía que Nicolas llore así y sufría tanto fuerte.
En la casa se hacía vacío con la partida de Antonella y Nico. El silencio presionaba demasiado, y la melancolía por la risa infantil no dejaba dormir. En uno de los días él ha pedido a Nicolas el cálculo y se ha ido.
Las herencias de doña Luсrecia y propios ahorros ha bastado para comprar una pequeña casita en en el suburbio de la ciudad y abrir tienda de los productos domésticos - en que, en que, y él entendía de la limpieza.
Y las venas de Abelardo, silenciosamente y en soledad, cuando en uno de los días lo ha llamado Antonella y ha invitado al té. Sus alegrías no eran el límite, cuando él ha visto Nico. Por la mejilla senil del cristal la lágrima avara. Él ha …abrazado al muchacho, aquel se ha apretado contra él por todo el pequeño cuerpecito. Y después él ha visto Lu. La muchacha era la copia de la madre, solamente los ojos daban en ella el accesorio al género De Сornejo-Mejia, el ojo de Nicolas, mismo es oscuro-castaño, de una manera penetrante profundo y expresivo. Era todavía completamente la chiquitina, y su mirada hechizaba ya, en ello era posible ahogarse....
Desde entonces Nico y la chiquitina Lu se hacían los huéspedes frecuentes en su casa, y no simplemente por los invitados.
Él contaba sus nietos natales.

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