пятница, 4 ноября 2011 г.

EL CAPÍTULO 23.

Federico estaba en un restaurante pequeño "a Víctor". Le gustaba mucho este lugar por un conforte de casa y de pacificación. En espera del padre él ha encargado la taza de café y veía los periódicos de la mañana. Las primeras rayas estaban abigarradas por las fotografías de Antonella y Nicolas. Ayer con Marisol miraban la entrevista y, cuando Antonella ha hecho la pregunta de los caballos, él ha sonreído sin ganas. En la memoria han emergido los años de la vida en la mansión. El padre y Antonella se reñían a menudo, pero se querían fabulosamente. Y cuando había Nico, al padre como si han sustituido. Él ha dejado de detenerse en el trabajo, convenía las fiestas familiares con la salida en el parque o todavía donde sea. Estos años Federico ha reconocido al fin que él tiene un padre, tanto como Nicolas ha comprendido que tal la familia presente. Y todo gracias a Antonella. Fede la quería mucho, porque era la mejor madrastra en el mundo.
Cuando se ha ido, todo ha vuelto a las andadas. Nicolas con la cabeza se ha sumergido en la vida juerguista, habiendo dejado notar al hijo. Federico ha salido estudiar a Italia, él ha decidido hacerse el médico – el trabajo en la firma familiar lo cautivaba nunca; llegaba a casa dos veces por año - para la Navidad y las vacaciones de verano. Los días enteros ha ido por la casa vacía, porque el padre era en la oficina o ha estado en las juergas.
Fede dejaba de comunicarse nunca con Antonella, llamaba por las fiestas o porque se ha aburrido, llegaba de visita, se atareaba en con hermanos menor. Sí, Federico sabía que Lu es su hermana. Una vez Antonella ha abierto a ello este misterio terrible, pero ha tomado de él la promesa que él nunca no contará bajo ningún tipo de circunstancias de este a Nicolas, de otro modo ella da de comer su a unos tiburones. Él prometía y a lo largo de estos años se ha ido de la lengua nunca, aunque a veces quería fabulosamente, viendo, como el padre sufre, aunque trata de no mostrar de esto. Pero él no podía conducir a Antonella.
Después del estudio de Federico ha vuelto a Buenos Aires, en la casa del padre, pero su lugar allí era ocupado ya. En la mansión había un nueva ama - Mary-Inés Dalgo, la idiota estrafalaria, insolente, sin principios, cuál él la contaba. Han tomado rabia a primera vista uno a otro. En uno de los días Federico ha recogido las cosas y se ha ido. El padre no trataba de pararlo, sí él y no esperaba.
Al principio vivía en el apartamento paternal, trabajaba en la clínica privada. Poco a poco la vida se arreglaba, había unos clientes constantes, el salario estable. Él ha comprado el apartamento, he aquí con propia clínica había un busilis. Tuvo que dirigirse al padre. Es necesario dar a Nicolas debido - él renunciaba nunca al hijo, si para aquel era necesaria la ayuda, financiero, claro. En un medio año de la apertura de propio business de Federico y Marisol se han casado. La boda era muy modesta - ellos han decidido así. El padre asistía a la ceremonia, los ha felicitado el matrimonio legal, habiendo entregado el cheque de la suma considerable. Antonella no ha llegado, pero él no se ofendía, comprendía perfectamente, por qué. Al día siguiente ellos con Marisol, habiendo tomado consigo de ofrecimientos de todo género, han caído a Antonella de visita y han celebrado perfectamente el primer día la vida familiar. En dos años Marisol le ha dado a luz de los hermosos mellizos - Lukas y Martha. Ahora pensaban en el tercer niño y sobre la apertura de la segunda clínica.
Habiendo desgajado de los recuerdos, Federico ha mirado para unas horas. El padre se detenía.
- ¿Todavía el café? - Se ha dirigido a él el camarero.
- Sí, por favor.
El camarero se ha ido cumplir el encargo.
Federico ha mirado en la entrada y ha visto a Nicolas. Aquel era recogido, serio y, como le parece, estado en mal humor. Han saludado uno a otro, habiendo dado un apretón de manos.
- ¿Qué tal? - Ha preguntado Federico.
- ¡Todo es simplemente excelente! - ha respondido el padre, habiendo echado atrás al respaldo de la silla, - ¿qué es esto?
Él ha tomado al hijo el periódico y ha mirado la primera página. Su cara se hacía aún más lúgubre.
- Miraba la entrevista de ayer, - con precaución los comienzos de Federico.
- ¡No quiero hablar sobre esto! - ha arrancado su Nicolas.
- Tiene que, papá. Esto no el caso ordinario, comprendes perfectamente. ¿Cómo piensas, por qué ha pasado?
El camarero les ha traído el café.
- No sé, hijo. Soy dado estos por la pregunta.
- La amas todavía.
- ¡No hables el absurdo! - se ha echado Nicolas, han hecho los sorbo del café y ha arrugado el entrecejo - es demasiado caliente.
- Amas, padre. No veo otras causas de tu acto. Y Antonella te ama.
- ¡Me ha dejado! ¡De nosotros! - Nicolas ha comenzado a aparecer.
- No discutiré contigo. He expresado la opinión. Puedes no consentir con él. A propósito, te quiero invitar, - Federico ha traducido bruscamente la conversación a otro tema.
El padre ha levantado como extrañado las cejas.
- Y bien, claro, has olvidado, - se ha echado a reír el hijo, - el sábado a los mellizos el cumpleaños. Te esperamos para la comida de fiesta.
- ¡Y bien, claro! - Nicolas se ha palmoteado por la frente. - llegaré obligatoriamente.
Se han despedido cerca de la entrada en el restaurante, habiendo puesto de acuerdo comunicarse por teléfono a través de un par de días.

En la penumbra de la habitación un hombre y una mujer hacían el amor.
Él se ha echado atrás a la espalda, es ruidoso respirando, y luego se ha vuelto, ha tomado el cigarrillo del paquete que está sobre la mesita de noche, y ha comenzado a fumar.
- Es era magnífico, mi amor, - se ha estrechado contra su hombro como ronroneado del deleite.
Él ha sonreído. ¡Y bien, todavía! Pablo Guterez perfectamente sabía, cómo causar a la mujer el placer sobrenatural.
- Bebería vino un poco. ¿Verterte?
Él ha saludado en la respuesta. La mujer se ha levantado de la cama, ha pasado a la cocina y a través de un tiempo ha vuelto con dos copas del vino rojo.
Él ha tomado un trago de los sorbo, ha puesto la copa a la mesita, de nuevo habiendo vuelto, ha acariciado a la mujer por el pie desnudado y ha pronunciado:
- Quiero que recojas para yo información alguna, Silvia.
Se ha fruncido.
- ¿De veras justamente ahora es necesario hablar sobre los asuntos?
- Sí, justamente ahora, - él ha tomado de sus manos la copa y lo ha puesto a la mesita al lado con. - me es necesaria la información sobre a Nicolas Cornejo-Mejia en últimos diez años, a partir de aquel momento, cuando él se ha divorciado de la mujer. Por cuanto me sé, había allí mucho una historia sospechosa.
- ¿Por qué a ti no urguetear en los archivos?
- De mí basta Dalgo y sus señoritismos. Y ti, lavando caro, el secretario de Cornejo-Mejia, ti es mucho más fácil encontrar el acceso a su vida.
- Él se hacía muy sospechoso. Esto será difícil.
- Sé, amable. Pero la persona con mollera, - él la has acariciado por la mejilla, - presenta Solamente, cuánto dinero podríamos sacudir de él... Y aquí entonces curaremos, solamente ti y mí.
- Te amo, Pablo, - se ha estrechado contra él por los labios y en un minuto gemía ya en sus abrazamientos, abandonando de nuevo y de nuevo la pasión calurosa de su cuerpo.

Nicolas estaba en la oficina y miraba en el monitor. Las cifras y la letra se derramaban ante los ojos, representando el cuadro no claro, derrubiado. La conversación con Federico lo ha exasperado. No que él se haya irritado, pero "ella lo amas y Antonella ti también" lo ha deteriorado y sin aquel el mal humor. En vísperas él se ha enemistado con Mary-Inés por esta entrevista estúpida, y ahora con él no habla, desdeñando todos sus telefonazos.
- ¡Silvia! - ha llamado él en interfono.
- Le escucho, señor, - ha respondido la secretaria.
- Pasa a mí.
En un minuto la secretaria era en el gabinete con el lápiz y el bloc de notas en las manos, preparado a realizar cualquier tarea del jefe.
- Silvia, compren dos docenas de rosas y envíen Mary-Inés.
- Bien, señor. ¿La nota será?
- Sí, escriban allí algo como que siento ella a yo es necesaria. Inventen, como correctamente formalizar.
- Haré todo. ¿Algo más?
- ¡Sí! Encarguen la mesita en el restaurante para diez horas.
Silvia ha quedado inmóvil en la indecisión, en la lengua giraba la pregunta, pero a ella no bastaba el valor darlo. Nicolas ha notado su estado.
- Si me vas a preguntar sobre la entrevista, te despediré inmediatamente, - el tono del jefe era extremamente claro.
- Pido perdón, señor. Voy a salir detrás de los colores.
Ha salido del gabinete y ha cerrado por él la puerta.
Todo esto ya está harto mucho a Nicolas. Los periodistas desde buena mañana atacaban su casa. Él con el trabajo grande se ha defendido de ellos. Pero cerca de la oficina era esperado de nuevo por la muchedumbre de los reporteros. Él se ha roto a través de este enjambre que zumba, repitiendo la misma frase "sin comentarios". En el recibidor el secretario bajaba de la mente de los telefonazos constantes que desean conocer la situación como se dice de dentro.
Silvia era no el secretario simplemente excelente, era el ayudante de primera clase, hasta por el psicólogo: si Nicolas era necesario el consejo, ella, apoyandose en la sabiduría natural femenina, siempre podía apoyar y dirigir en la dirección necesaria. Nicolas la ha admitido en el trabajo hace cinco años y desde entonces ha lamentado nunca sobre esto.
Ramirez ha llegado desde buena mañana, tras de Nicolas y ha atolondrado por su novedad sobre el rating. Él miraba a el ayudante como aturdido palmoteando las pestañas y sin comprender en la situación presente en absoluto nada. Su acto loco, que hasta él mismo no podía comprender, le ha hecho el juego en su lucha política. ¿Cómo tal puede ser? Inconcebiblemente es imprevisible, como la vida misma. Pero que ello ha asombrado aún más, así lo que en relación a los últimos acontecimientos, hablaba Ramires, como era decidido antes, no pueden negarse a los servicios de Antonella Piovano.
Nicolas quería ir a la oficina de la ex esposa junto con él, pero Diego lo ha parado, deseando no redoblar y sin aquel las relaciones no fáciles entre ellos.
- Bastante tu salida de ayer, - ha dicho Ramirez, - Antonella será y después tuyos el manager de relaciones públicas, pero trataré de hacer se encontraban así que usted como es posible más raramente.
- No presentas, como facilitarás fuerte a mí la vida, - ha respondido Nicolas

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