среда, 2 ноября 2011 г.

EL CAPÍTULO 11.


La noche ha aparecido a Antonella por la eternidad. El sueño no iba. La verdad es que la consiguió olvidarse por algún tiempo, pero este período era oscurecido por una pesadilla inimaginable. A ella soñaba que cuesta en medio de la habitación oscura en el ambiente de unas sombras que vuelan sobre ella en las direcciones caóticas.
De repente una de las sombras se ha agitado a ella y, como el trueno entre el cielo claro, ha resonado la voz de Nicolas:
- ¡Está maldito aquel día, cuando me casaba contigo!
Antonella ha estremecido y ha retrocedido atrás. Pero aquí otra sombra ha ido velozmente sobre ella, habiendo pronunciado de paso con la voz de Martin:
- Te amomásmás, Antonella. ¡Se casa conmigo!
Detrás de ello en algún sitio detrás un nuevo coágulo empezaba a llenar todo el espacio y, como si de la profundidad, oiga:
- ¡Mamita! ¡Mamita! ¿- gritaba la muela de Lu, - Donde mi papá? ¿Quien de ellos?
La mujer ha sentido, cómo la náusea se ha acercado a la garganta y la cabeza ha comenzado a girar, pero aquí todavía un coágulo, mucho más obscuro, que otros, ha colgado directamente sobre su cabeza, hasta le parece que ha brillado el relámpago.
- ¡Odio al padre! - ha metido ruido la voz de Nico.
Las sombras han comenzado a girar alrededor de ella, acercando todo está próximo y está próximo, todo es más rápido y es más rápido:
- Está maldito...
- Sal por mí...
- ¿Donde mi papá?...
- Odio...
La cola de las voces ha empezado a dar vueltas, ha echado a correr en el torbellino loco, llevando por él pasado, presente y futuro...
- ¡Nooooo! - ha gritado a Antonella..... Se ha despertado.
El corazón despulsar se golpeaba. La encontra ha presionado el botón de la lamparilla. Luz caliente amarilla se ha desbordado por toda la habitación.
La mujer se ha sentado en la cama y ha tratado de hacer recobrar el sentido. Que sueño extraño. ¿Que esto podía significar? La onda del presentimiento vago de la desgracia la ha abarcado de dentro. No, no, en esto no pensará, todo será bueno. Antonella de nuevo ha tratado de dormir, pero la tentativa se ha derrumbado.

La mañana del nuevo día no presagiaba nada malo, sin tener en cuenta un próximo encuentro con Nicolas.
Antonella ha mirado en el espejo. Después de la noche de insomnio el tipo a ella era todavía aquel. Bajo los ojos han acostado las sombras profundas. Pero la experiencia del trabajo en el clown no ha sida en balde. Las gotas de ojos y el vapor de las pinceladas profesionales por el corrector, y el ojo han comenzado a radiar, como en la juventud.
Nico no empezaba a despertar, comprendiendo que el estudiante de él hoy malo.
Lukrecia canturreaba alegremente algo a él bajo la nariz, mientras se lave y se limpiaba los dientes. La hija ha pasado a la cocina, ya en uniforme escolar, cuando derramaba por las tazas de café, y en una ha goteado poca leche.
- ¿Eres preparada ya, el nene? - Antonella ha vuelto la cabeza a un lado las puertas, habiendo oído los pasos de la hija.
- Sí, mamita, - Lukrecia se ha sentado a la silla, habiendo puesto la madre los cabellos que aquella se haya peinado y los ha trenzado.
Después desayunaban, es apetitoso crujiendo los brindis con la mermelada, y Antonella ha llevado a la hija en el colegio.
- No olvides, - deseaba feliz viaje a Lu, - llegaré por tú a las dos y media.
- Sé, - ha respondido es impaciente aquella, - Y bien, la mamá, allí las muchachas ya todos se han reunido. Probable, discuten Ignasio. Y mí todavía aquí.
- ¿Ignasio? ¿Quien esto?
- Es a un nuevo muchacho en nuestra clase. Y bien, todo, he hechado a correr, - ha chasqueado los labios al azar a la mamá y ha hechado a correr a las amigas, de paso habiendo agitado ella la mano.
- Pasaré a las dos y media, - ha recordado una vez más Antonella, habiendo gritado detrás de Lu, pero la hija no la oía.
A ella se hacía triste de repente. ¿Y cuando su hija ha conseguido crecer? Ya que todavía hace poco la balanceaba en las manos, amamantaba, le dedicaba todo el tiempo libre. He aquí ahora un Ignasio ocupa los pensamientos de su hija más que la madre natal.
Antonella ha suspirado, ha puesto en marcha el coche y ha ido al encuentro con la persona, que en otras circunstancias, no querría ver ni por así como nunca.

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