суббота, 19 ноября 2011 г.

EL CAPÍTULO 39.


Antonella no se acaba de entrar, ella irrumpió en la habitación y corrió a un hombre tendido en la cama del hospital. Se quedó inmóvil, mirando hacia arriba en alguna parte. Cuando entró, miró a los ojos ausentes y le dio la espalda al techo.
- Martin, querido! - Susurró, inclinándose hacia él. Sus manos estaban frías. Se los llevó en su propio, tratando de calentarse.
Martín le devolvió la mirada, y sus ojos reflejan el dolor. Sin lugar a dudas, que la reconoció y recordó todo.
- Perdóname - Antonella le besó las manos - y no conduzca. Estoy sin ti no puedo.
- Él perdonará - fue abordada por el señor Suárez y suavemente le dio unas palmaditas en la cabeza - él mucho te quiere.

Nicolás estaba nervioso. Fue casi una hora caminando por la habitación de esquina a esquina y no pudo encontrar una solución mejor que dejar que las cosas sigan su curso. Sin embargo, él era perfectamente consciente de que este no es el camino, y debemos hacer algo. Pero, ¿qué, exactamente, Nicolás no sabía cómo y por qué, a quién le puede pedir consejo.
- Silvia, ve a mí - que él llamó la secretaria del selector.
Llegó, como siempre, elegante y con una libreta y lápiz en la mano.
- Siéntate, - le dijo.
Silvia se sentó y miró inquisitivamente a él.
Nicolás se fue alrededor de la mesa y se sentó en su silla. No sabía cómo llegar - el tema era demasiado delicado, y mucho menos hablar de ello con sus subordinados. Pero él confiaba en ella.
- Necesito su consejo - dijo por último.
- Escucho, señor.
El hombre suspiró y continuó:
- Yo no estoy casado y no va a cambiar nada en mi vida. Pero mi carrera política puede sufrir de ella.
- ¿Por qué no te casas con Mary-Inés? Ella es una mujer hermosa y te hacen un juego decente.
- Que tu también! - Se rompió - Vos que, todo conspirabaís? No quiero casarme con ella.
- Entonces no entiendo, señor, ¿por qué me has llamado y pedir mi consejo.
- Espera al niño.
- ¿Quién? - No entiendo Silvia.
- Mary-Inés.
"Eso es noticia! Pablo se complace. " Silvia no pudo evitar una sonrisa.
- No hay nada divertido! - Nicolás nerviosismo comenzó a crecer en ira.
- No te rías, señor. Estoy muy feliz por Ud!
- ¿Estás tan loco? No quiero que este niño, especialmente de Mary-Inés. Acabo de dormir con ella. Eso es todo.
- Señor Nicolas, perdóname, pero yo digo aún. Usted - un hombre adulto, y usted tiene tiempo para aprender a ser responsables de sus acciones. No me esperaba este bebé, pero parece aún.
- ¿Qué hago, Silvia? Yo no puede y no quiere casarse con Mary-Inés.
- Reconocer que el niño, mantenerlo, darle una vida decente y buena educación. Para ello, no necesariamente casado, pero a los ojos de la sociedad que se verá una persona responsable. Y es poco probable si su calificación como un político a caer.
Y es verdad! Como no sabía? Se ha creado una corporación enorme, capaz de atravesar todas las corrientes subterráneas en las grandes empresas, no podía adivinar lo que básicamente sin sentido.
- Gracias, Silvia - Nicolás sonrisa - no a sabiendas, le pagará sueldo. Eres un trabajadora excelente y un consejera maravillosa.
- ¿Puedo ir?
- Claro.
Silvia fue a la puerta, la abrió, encontró a su mujer. pelo castaño claro brillaba a la luz del mediodía, se rompe a través de las persianas de la ventana no se cierra. El mismo vestido de color rojo brillante, con flores amarillas y hojas verdes que hizo torpe, pero, sorprendentemente, fue a ella.
- ¿Cómo puedo ayudar? - Preguntó la secretaria.
- Quiero ver al señor Nicolás Cornejo Mejia.
- ¿Cómo se puede ofrecer?
- Él me conoce bien, - dijo Antonella, y empujando a la secretaria, entró en la oficina del ex marido.

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