понедельник, 7 ноября 2011 г.

EL CAPÍTULO 29.

¿Donde se ha perdido este muchacho-mensajero? Sylvia ha llamado dos veces Protección para averiguar dónde está. Se suponía que debía ser un conjunto de medidas hace 20 minutos adicionales, pero aún no estaba allí. Se acercó a la ventana y empujó las persianas. La jornada de trabajo estaba en su apogeo. Esta noche se trata de Pablo. ¡Por fin! Ella es tan echado de menos. Él lo habría reprendido cuando él venga, presta muy poca atención a ella. Sylvia se alejó de la ventana y se sentó a su mesa de secretaría. Nicolás se fue con el resto del día, para que pueda salir temprano. Tendrá tiempo para correr a la tienda a comprar algo delicioso para Pablo. ¿Cómo podría ella le encanta! La muchacha sonrió para sus adentros.
- Perdone, señorita, - sonó la voz chillona.
Ella se volvió y vio de pie en la puerta un chicos altos, con granos con un choque de neraschesannyh pelo rojo y los puntos fuertes en una gruesas gafas de carey. Este mensajero llegó de ellos hace tres semanas y está constantemente irritado por su modestia, humildad lizoblyudskoy. Pero en su haber, llevó a cabo su trabajo de forma rápida y en tiempo.
- ¿Dónde estabas? - Enojado preguntó Sylvia.
- En la Avenida Córdoba es la avería. Tuvo que hacer dos cambios en el metro.
Ella le devolvió la mirada, tratando de determinar si está mintiendo, pero las gafas de sol ocultando sus ojos.
- Aquí hay un paquete. Se necesita con urgencia entregado a la empresa "Finexcor.
El chico asintió con la cabeza y desapareció detrás de la puerta.
Entrar en el ascensor, un joven se enderezó sus hombros y se quitó las gafas. "¿Cómo es caliente en esta peluca" - pensó que no, porque fue él. Durante tres semanas trabajaba en la oficina del papá, todo el día llevando una gran variedad de documentos de la empresa en la empresa. Masquerade ha sido una parte importante de su apariencia, por lo que nadie, y sobre todo yo, Nicolás, no adivinar quién es. Y el nombre que él mismo eligió para que coincida con la imagen - Carlo Pequeno. A veces le parecía que su parecido con su padre es demasiado obvio. Un par de veces que se enfrentó a Nicolás en la sala de espera, y en estos momentos su corazón estaba listo para saltar de mi pecho de emoción, pero era demasiado pequeño como para freír el presidente de la corporación pudo haber dado cuenta. -Nada, - dije, no, - el tiempo pasará y tú, padre, has de estar conmigo. " Aquí y ahora, en el ascensor en el primer piso, estaba lleno de confianza en que su mejor momento no está muy lejos.
La puerta del ascensor se abrieron, y Nico, o Carlo Pequeño, que es ahora, fue al encuentro de su futuro brillante.

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